San Félix de Nicosia: El Santo de la Humildad y la Perseverancia

Historia

San Félix de Nicosia, nacido como Filippo Giacomo Amoroso en 1715 en la ciudad siciliana de Nicosia, provenía de una familia profundamente religiosa y de escasos recursos. Huérfano de padre desde temprana edad, aprendió el oficio de zapatero para contribuir al sustento familiar. Desde joven, mostró una inclinación hacia la vida religiosa, especialmente influenciado por la cercanía del convento de los frailes capuchinos en su ciudad natal.

A los 20 años, Filippo solicitó ingresar a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos como hermano lego, ya que su falta de educación formal le impedía aspirar al sacerdocio. Su petición fue rechazada debido a su analfabetismo. Sin embargo, su determinación no flaqueó; durante siete años continuó trabajando, rezando y mortificándose, renovando periódicamente su solicitud. Finalmente, en 1743, fue admitido en el convento de los capuchinos en Mistretta, tras una conversación con el padre provincial de Mesina durante una visita a Nicosia.

Tras su profesión religiosa, adoptó el nombre de fray Félix de Nicosia y fue asignado a su ciudad natal para asistir al hermano limosnero. Diariamente, recorría las calles tocando las puertas de los ricos, solicitando ayuda para el convento y los necesitados. Independientemente de la respuesta, siempre agradecía diciendo: “Que sea por el amor de Dios”.

Aunque analfabeto, fray Félix poseía un profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras y la doctrina de la Iglesia. Memorizaba pasajes bíblicos y textos leídos en el convento durante las comidas, demostrando una notable capacidad de aprendizaje y reflexión espiritual.

San Félix practicaba austeridades en privado y manifestaba su amor a Dios mediante la caridad y la obediencia. Estas virtudes atrajeron la atención de los fieles, quienes solicitaban sus oraciones. Se le atribuyen curaciones milagrosas, especialmente durante una epidemia en Cerami en 1777.

Falleció el 31 de mayo de 1787 en Nicosia. Fue beatificado en 1888 por el Papa León XIII y canonizado el 23 de octubre de 2005 por el Papa Benedicto XVI.

Lecciones

1. La perseverancia en la vocación:

Fray Félix esperó siete años para ser admitido en la orden, demostrando que la perseverancia y la fe pueden superar obstáculos aparentemente insuperables.

2. La humildad como camino a la santidad:

Su vida sencilla y su disposición para realizar tareas humildes, como pedir limosna, resaltan la importancia de la humildad en la vida cristiana.

3. La sabiduría más allá de la educación formal:

A pesar de no saber leer ni escribir, fray Félix adquirió un profundo conocimiento espiritual, recordándonos que la sabiduría divina no se limita a la educación académica.

4. La caridad y la obediencia como testimonios de fe:

Su dedicación a los pobres y su obediencia a la voluntad de Dios son ejemplos de cómo vivir una fe activa y comprometida.

“Como San Félix de Nicosia, vivamos cada humillación con alegría y cada cruz con amor, sabiendo que en la pequeñez se esconde la grandeza del Reino de Dios.”

Fuentes: CalendariodeSantos, Vida Santas, Santopedia, Wikipedia, ACI Prensa, EWTN

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