Evangelio San Lucas 24, 46-53

San Lucas 1, 39-56

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».

Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo.

Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo.

Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Mensaje

Celebramos con gozo la Ascensión del Señor, ese momento glorioso en el que Cristo sube al cielo no para dejarnos solos, sino para abrirnos el camino al Padre y enviarnos la fuerza que transforma nuestras vidas: el Espíritu Santo.

“Mientras los bendecía, se separó de ellos, subiendo al cielo”. Jesús no nos abandona. Su última acción es una bendición eterna, y esa bendición permanece sobre ti y tu familia cuando te abres a su amor, cuando vives en gracia, cuando haces de tu casa un lugar de fe.

Antes de subir al cielo, el Señor promete: “Yo os enviaré la fuerza de lo alto”. Esa promesa es para ti, para tu hogar, para tu familia. Pero el Espíritu Santo no puede habitar en un alma esclavizada por el pecado mortal. Solo cuando estamos en estado de gracia, libres de pecado grave, el Espíritu Santo entra, transforma, consuela, fortalece, guía. Él es como el fuego: enciende solo donde hay leña seca, donde hay humildad, pureza, arrepentimiento y apertura.

Por eso, si sientes que tu vida está estancada, si te falta fuerza para amar, para perdonar, para rezar… quizá necesitas primero reconciliarte con Dios. La Confesión no es solo un trámite: es la llave que abre el corazón a la fuerza del Espíritu Santo.

Jesús te llama a ser testigo de su Resurrección, empezando por tu familia. No hace falta ser predicador: basta con vivir en gracia y dejar que el Espíritu obre en ti. Un padre que se confiesa y reza con sus hijos es testigo. Una madre que perdona, que espera, que bendice, es testigo. Un joven que lucha por la castidad, que huye del pecado, que ama a Jesús, es testigo.

“El Espíritu Santo espera que le abras la puerta con la Confesión, que limpies tu alma con el perdón de Dios. Solo en gracia florece tu hogar. Solo sin pecado mortal arde el fuego del Sagrado Corazón de Jesús en tu Corazón.”

Invitación para hoy

  • 1. Haz una buena Confesión, con humildad, con verdad, con fe. Si hace tiempo que no lo haces, no tengas miedo. Jesús te espera con ternura infinita.
  • 2. Reza en familia al Espíritu Santo y pídele que venga a tu hogar, a tus hijos y a tu matrimonio.
  • 3. Haz una obra de amor: (perdona, sirve y ayuda, escucha a las personas que quieren dejar el Pecado). Deja que el Espíritu Santo actúe en ti y a través de ti.
  • 4. No postergues tu santidad. Hoy puede ser el día en que el fuego del Sagrado Corazón de Jesús comience a arder en tu corazón, en tu casa y en tu vida.

Con cariño y bendición,

El equipo de Confesión Perfecta
“El Sacramento que cambiará tu Vida y salvará tu Alma”

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