Evangelio San Mateo 7, 1-5

Evangelio San Lucas 9, 11b‑17

San Mateo 7, 1-5

No juzguéis, para que no seáis juzgados.

Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá.
¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo?
¿Y cómo vas a decir a tu hermano: ‘Déjame sacarte la paja del ojo’, teniendo tú una viga en el tuyo?

¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.”

Mensaje

Jesús nos da una enseñanza que transforma nuestras relaciones más profundas: nos prohíbe juzgar con dureza, con condena, con orgullo. Pero no nos está pidiendo que seamos indiferentes al pecado, ni que dejemos de corregir lo que está mal.

¿Qué significa “no juzgar”?
No significa renunciar al discernimiento, ni ignorar el pecado, sino evitar el juicio condenatorio, el que se siente superior, desprecia al otro, murmura o critica sin amor. Ese tipo de juicio destruye familias, divide comunidades, enfría los corazones.

Jesús quiere que corrijamos, sí… pero desde el amor verdadero, con humildad, con compasión. Porque corregir al que se equivoca es una obra de misericordia espiritual: “Corregir al que yerra”, pero no para humillarlo, sino para salvarlo.

¿Cómo hacerlo?
Primero, con un examen profundo de nuestra conciencia. Jesús dice: “Sácate primero la viga de tu ojo”.
Es decir: revisa tu corazón, tus intenciones, tus palabras. ¿Corriges por amor o por enojo? ¿Desde el deseo de ayudar, o desde el impulso de criticar?

Una vez purificado el corazón, sí: corrige, habla, señala lo que está mal, pero como lo haría Cristo: con firmeza, con claridad, pero también con ternura y compasión. Porque sólo el amor que corrige puede cambiar un alma.

En la familia, esto es vital. Como padres, no podemos callar cuando un hijo se aleja de Dios. Como esposos, no podemos ser indiferentes ante actitudes que dañan el amor. Como hermanos, no podemos mirar hacia otro lado ante el pecado. Pero el camino no es la crítica ni la frialdad: es la verdad dicha con caridad. Es mirar al otro con los ojos de Dios, que no deja de amar incluso al pecador más endurecido.

“No te calles por cobardía: corrige con amor, porque el alma de tu hermano puede salvarse por tu misericordia valiente.”

Invitación para hoy

  • 1. Haz un sincero examen de conciencia: ¿hay orgullo en tu forma de corregir? ¿Juzgas sin compasión?
  • 2. Corrige con amor y claridad a quien se está alejando de Dios porque no confiesa sus pecados mortales. No por enojo, sino por el bien eterno de su alma.
  • 3. Pide al Espíritu Santo sabiduría y humildad para ver tu propia “viga” y poder ayudar a los demás sin herir.
  • 4. Ofrece hoy una obra de misericordia espiritual: corrige, consuela, enseña, perdona y reza por alguien que se ha equivocado y vive en pecado mortal.

Con cariño y bendición,

El equipo de Confesión Perfecta
“El Sacramento que cambiará tu Vida y salvará tu Alma”

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