San Efrén de Siria: Diácono que salvó una ciudad con la señal de la cruz

Historia

Nació hacia el año 306 en Nísibis (Mesopotamia). Hijo de madre cristiana y padre pagano, su juventud fue impetuosa y litigiosa. Siendo joven, fue acusado injustamente de un delito, pero fue declarado inocente. Esta experiencia marcó una conversión profunda al cristianismo, y a los 18 años fue bautizado por el obispo San Jacobo de Nísibis. Ordenado diácono por San Jacobo, rechazó el sacerdocio por humildad, optando por un ministerio de enseñanza, poesía y oración.

Fundó una escuela teológica en Nísibis y, tras la invasión persa, se trasladó a Edesa donde continuó su labor pastoral. Fue un pionero de la evangelización mediante la poesía litúrgica y himnos en siríaco, siendo llamado la “Arpa del Espíritu Santo”. Escribió centenares de himnos, comentarios bíblicos y poemas marianos, formando con ellos una escuela de oración poética. En 1920, el Papa Benedicto XV lo proclamó Doctor de la Iglesia, reconociendo su maestría en fe, doctrina y belleza espiritual.

Durante uno de los asedios persas a Nísibis (en el siglo IV), San Efrén subió a las murallas, con gran fe y humildad, y trazó la señal de la cruz sobre la ciudad en actitud de súplica y defensa espiritual. De inmediato:

  • Apareció una nube de insectos y moscas, que descendió sobre el ejército invasor. Los persas no podían soportar los insectos; éstos penetraron en los colmillos de los elefantes, las orejas y narices de los caballos, provocando caos y desmoralización.
  • Ante la incomodidad y el pánico, el ejército persa se retiró, salvando la ciudad sin batalla. Este hecho fue interpretado como una intervención divina a través de la oración y la cruz de San Efrén.

Su gesto simple pero potente, acompañado de oración ferviente, atrajo la protección de Dios manifestada en la naturaleza. Murió el 9 de junio de 373 en Edesa. Desde entonces, su fiesta se celebra en esa fecha.

Lecciones

1.El signo de la cruz y La oración con fe cambian la historia:

Con un simple gesto de fe, San Efrén invocó la protección celestial para su pueblo. No fue el ejército ni la estrategia militar lo que salvó a Nísibis, sino la oración humilde y confiada.

2.El poder de lo no violento:

En lugar de orden para la guerra, su arma fue la cruz: símbolo de paz, humildad y amor sagrado.

3. Defensor de la fe:

Es necesario el coraje espiritual para bendecir y proteger.

“San Efrén de Siria, el diácono que no necesitó espada para vencer ejércitos, nos enseña que cuando el alma se humilla ante Dios y alza la cruz con fe, los cielos combaten por nosotros.”

Fuentes: CalendariodeSantos, Vida Santas, Santopedia, Wikipedia, ACI Prensa, EWTN, Catholicmagazine

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