
Historia
San Norberto de Magdeburgo Nació en la ciudad de Xanten, en el ducado de Cléves, en el seno de una familia noble: su padre, Heriberto, conde de Gennep, estaba emparentado con el emperador, y su madre, Eduviges de Guisa, descendía de la noble casa de Lorena. A pesar de sus privilegios y juventud, Norberto llevaba una vida de placeres y diversiones. Sin embargo, su corazón estaba llamado a algo más grande.
Un día, mientras cabalgaba cerca de la aldea de Wreden, fue sorprendido por una tormenta terrible. Su caballo, asustado por un relámpago, lo derribó, dejándolo inconsciente durante casi una hora. Al recobrar el sentido, pronunció las mismas palabras que San Pablo en el camino a Damasco: «¡Señor! ¿Qué quieres que yo haga?» Y una voz interior le respondió: «Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela». Esta conversión fue tan radical y total como la de aquel gran apóstol. Norberto regresó a Xanten y se entregó a la oración, al ayuno, a la meditación y al examen profundo de su vida.
Después de su ordenación como sacerdote, Norberto vivió una vida de gran austeridad, dedicándose con firmeza a la predicación del Evangelio. Su estilo directo y radical provocó resistencias, pero también admiración. Fue acusado en el Concilio de Fritzlar, pero su humildad lo llevó hasta el Papa Gelasio II, quien le otorgó permiso para predicar libremente. Siguió su misión a pesar del frío, de la muerte de sus compañeros, y pronto atrajo nuevos discípulos, entre ellos el beato Hugo de Fosses.
En 1120, tras enfrentar la resistencia de algunos canónigos, fundó su propia comunidad en Prémontré, con la ayuda del obispo de Laon. Así nació la Orden Premonstratense, que combinaba la vida canónica con una austeridad profunda. Bajo la regla de San Agustín, la nueva orden creció rápidamente y se extendió por diversos países, atrayendo a nobles y laicos comprometidos con la reforma de la Iglesia.
Uno de sus aportes más notables fue incluir laicos en la espiritualidad de su orden, como Teobaldo de Champagne, quien fue el primer terciario. En 1126, Norberto fue nombrado arzobispo de Magdeburgo, donde siguió viviendo con humildad, reformando el clero y combatiendo con valentía la corrupción. Su estilo sencillo y firme provocó nuevas resistencias, pero también dio frutos espirituales duraderos.
En su episcopado enfrentó peligros, amenazas de muerte y hasta agresiones públicas, pero supo mantenerse fiel a su misión pastoral. Cuando la ciudad se rebeló, Norberto se retiró y dejó que la censura eclesiástica obrara su efecto. Luego fue llamado nuevamente por el pueblo, que aceptó sus reformas. Su obediencia y firmeza pastoral fortalecieron a la Iglesia local y consolidaron la reforma.
En los últimos años de su vida, San Norberto tuvo un papel clave en la defensa del Papa Inocencio II durante el cisma, logrando incluso el apoyo militar del emperador Lotario. Murió en olor de santidad en 1134, a los 53 años. Fue canonizado en 1582 por el Papa Gregorio XIII, y sus reliquias fueron trasladadas en 1627 a la abadía de Strahov, donde son veneradas hasta hoy.
Lecciones
1. La conversión radical transforma la vida:
San Norberto vivió en el pecado y la mundanidad, pero una experiencia profunda con Dios cambió su corazón por completo. Esto nos enseña que no hay situación humana ni pecado que Dios no pueda transformar si le abrimos nuestra alma con sinceridad.
2.La austeridad y la pobreza son camino de libertad:
Renunciar a lo material y vivir con austeridad no es un sacrificio inútil, sino un medio para crecer en libertad interior y acercarse más a Cristo pobre y humilde.
3. El compromiso pastoral con valentía:
Como obispo, San Norberto no tuvo miedo de denunciar abusos ni defender la verdad, incluso ante los poderosos. La santidad también implica luchar por la justicia y la reforma con caridad firme.
4. La humildad en medio de los honores es señal de santidad:
San Norberto fue elegido obispo, participó en decisiones imperiales, fue consejero de reyes y Papa… pero nunca dejó la humildad de su corazón. No se dejó corromper por los honores ni por la autoridad. Su poder era servicio, no privilegio.
“San Norberto de Magdeburgo nos enseña que una vida transformada por la gracia puede renovar la Iglesia, cuando se vive con humildad, fervor y fidelidad absoluta a Cristo.”