
Historia
Corría el año 910 cuando San Bernón fundó la abadía de Cluny, con el fin de establecer un centro de observancia rigurosa. Aunque Bernón murió antes de ver la obra completa , la gloria de haber fundado una nueva rama de la Orden Benedictina recae sobre su sucesor, San Odón. Bajo su liderazgo, Cluny se transformó en la casa matriz de un vasto resurgimiento monástico que ejerció una influencia sobre la Iglesia y la Edad Media solo igualada por la del Císter.
El futuro abad nació el 25 de diciembre de 879 en la región de Elmein, Francia, en circunstancias que “rayan en milagrosas”. Sus padres, de avanzada edad, lo concibieron tras reiteradas oraciones. En un arranque de gratitud, el caballero Abdón ofreció a su hijo al Señor por mediación de San Martín, haciendo coincidir su nacimiento con la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
A los 16 años, mientras asistía a Misa de Nochebuena, fue atacado por un violento dolor de cabeza que lo atormentó durante tres años. Desesperado, su padre le reveló el voto hecho a San Martín. Odón, al renovar la promesa de hacerse tonsurar y renunciar al mundo, vio cesar inmediatamente sus padecimientos. Poco después, a los 19 años, pudo ingresar al monasterio de San Martín de Tours.
Tras su ingreso, Odón se retiró a una ermita que le construyó Pulco el Bueno, donde cultivó un gran amor a la Cruz de Cristo. Sin embargo, era más aficionado a la lectura de los poetas antiguos que a los libros sagrados. Dios lo reprendió en una visión, mostrándole un hermoso vaso lleno de serpientes. El joven entendió la alegoría, renunció a las lecturas inútiles y se entregó de lleno al estudio de los Santos Padres.
En el año 901, acudió a París para estudiar las artes liberales con Remigio de Auxerre. Durante su estancia, Odón entregó una limosna a un mendigo y, al regresar a casa, encontró sobre su lecho una reluciente moneda de oro, mostrando Dios cuán agradable es a sus ojos la caridad. Más tarde, buscando la perfecta observancia, ingresó junto a su compañero Adegrino a la abadía benedictina de Boum, donde, superado el desaliento, llegó a ser modelo de la Regla.
Su humildad era profunda, manifestada cuando fue falsamente acusado; en lugar de disculparse, se postró ante su acusador para pedir perdón. Un milagro célebre atestiguó su celo por la observancia: al ir a confesar que había retenido migajas de pan, estas se convirtieron en perlas preciosísimas en su puño, siendo utilizadas después para decorar los vasos sagrados.
Odón fue ordenado sacerdote y sucedió a San Bernón en Cluny en el año 926. Autorizado por una Bula papal de Juan IX en 931 , se dedicó a reformar numerosos monasterios, empleando como medios fundamentales el silencio y el recogimiento. El rigor de su disciplina quedó patente en el relato del religioso que, a pesar de ser robado de su caballo, prefirió callar antes que romper el silencio de la Regla.
Requerido a menudo por príncipes y la Santa Sede, Odón viajó a Roma cuatro veces para mediar en pugnas temporales. En su último viaje en 942, contrajo la enfermedad que le causó la muerte. Deseoso de morir junto al sepulcro de San Martín, se recluyó en San Julián de Tur y entregó su alma al Señor el 18 de noviembre de 942. Sus restos fueron depositados en la cripta de San Julián, lugar de peregrinación continua.
Lecciones
1. Fidelidad al Voto y la Gracia Sanadora La vida de Odón, marcada por la curación de su dolencia al renovar su promesa a San Martín, enseña que la fidelidad a los votos y compromisos hechos con el cielo es fuente de consuelo y gracia.
2. La Primacía del Saber Divino Su renuncia a los poetas antiguos tras la visión del vaso con serpientes nos enseña la necesidad de renunciar a las lecturas y saberes inútiles para dar prioridad al estudio ardiente de los Santos Padres y la Escritura.
3. La Caridad como Recompensa Inmediata La recompensa milagrosa de una moneda de oro tras dar una limosna en París subraya que la caridad con el prójimo, especialmente con los pobres, es una virtud que Dios agrada y recompensa generosamente.
4. La Humildad, el Camino a la Perfección La transformación de las migajas en perlas ilustra que la santidad se conquista por la humildad auténtica y el celo en la observancia de la Regla, prestando atención a los deberes y preceptos más pequeños.
“El Abad Odón nos enseña que donde reina el silencio, reinan también la caridad y la paz, y que la disciplina, aunque rigurosa, es el camino para la santidad.”
