
San Juan 15, 26 — 16, 4a
«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto para que no os escandalicéis. Os excluirán de las sinagogas; incluso llegará la hora en que quien los mate pensará que da culto a Dios. Y harán esto porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, se acuerden de que ya se lo había dicho».
Mensaje
Hoy, Jesús nos revela una verdad que conmueve, purifica y fortalece el alma: ser sus discípulos fieles nos traerá oposición, incomprensión e incluso persecución. Pero no debemos temer, porque no estamos solos.
El Espíritu Santo —el Paráclito, el Consolador— (cuando estamos en gracia) viene en nuestra ayuda. Él no es una energía abstracta, sino la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, que habita en nosotros (cuando no estamos en pecado mortal), guía nuestra conciencia, da fuerza a nuestra debilidad y nos convierte en testigos vivos de Cristo.
En este Evangelio, el Señor no nos oculta las dificultades, pero nos llena de esperanza: cuando seamos rechazados por ser 100 % católicos, cuando el mundo se burle de nuestra fe, cuando hasta dentro de nuestras familias haya división por el Evangelio, Él estará allí, con su Espíritu, sosteniéndonos desde dentro y conduciéndonos hacia el Cielo.
En la vida familiar, esta verdad se traduce en decisiones concretas: educar cristianamente a los hijos, elegir la verdad por encima de la comodidad, perdonar cuando duele, orar cuando parece inútil. Y muchas veces esto implicará ir contra la corriente del mundo. Pero en cada pequeño testimonio cotidiano, el Espíritu Santo da gloria al Padre a través de nosotros.
“Cuando el mundo te rechace por ser fiel a Cristo, no temas: (si estás en gracia), el Espíritu Santo vive en ti, te fortalece en silencio y hace de tu fidelidad una llama de santidad para tu familia y un faro de luz para los que caminan en la oscuridad.”
Invitación para hoy
- 1. Abre tu corazón al Espíritu Santo (confiesa tus pecados mortales): pídele luz en cada decisión, fuerza en la prueba y consuelo en tus heridas.
- 2. Permanece firme en tu fe, especialmente cuando sientas que seguir a Cristo te aísla o te cuesta. No estás solo: el Espíritu Santo está contigo.
- 3. Ofrece en familia pequeños sacrificios y oraciones, sabiendo que cada acto de fidelidad es una ofrenda que glorifica a Dios.
- 4. Anima a tu familia a dar testimonio de Cristo, incluso en lo cotidiano: una palabra de perdón, una sonrisa en el cansancio, un rosario rezado juntos (50 ave marías – 5 misterios por día para los niños o 150 ave marías – 15 misterios tradicionales por día para los adultos), una decisión valiente a favor del bien.
Con cariño y bendición,
El equipo de Confesión Perfecta
“El Sacramento que cambiará tu Vida y salvará tu Alma”