
San Mateo 12, 38-42
En aquel tiempo, algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús:
—Maestro, queremos ver un signo tuyo.
Él les contestó:
—Esta generación perversa y adúltera exige un signo, pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Porque como Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra esta generación y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Mensaje
Este Evangelio es una llamada severa y misericordiosa a cada familia católica que vive distraída por el mundo y tibia en la fe. Los fariseos, endurecidos en su orgullo, exigían signos a Jesús, no para creer, sino para justificar su incredulidad. Hoy, muchos católicos repiten ese mismo error: buscan emociones, milagros o experiencias místicas, pero rehúyen la penitencia, el sacrificio y la obediencia a la verdad revelada. Jesús entrega el único signo que salva: Su Cruz y su Resurrección gloriosa.
El “signo de Jonás” no es una imagen bonita del pasado, sino una advertencia escatológica (un acto de misericordia de Dios que nos advierte a tiempo, para que no perdamos el cielo): Cristo, como Jonás, descendió a las profundidades del abismo, pero no para escapar, sino para vencer al pecado y a la muerte. Y sin embargo, tantos bautizados viven como si este misterio no tuviera poder real sobre sus vidas. Tienen sacramentos, doctrina, liturgia y gracia a su alcance, y aún así viven en tibieza, mundanidad y desobediencia. ¡Qué terrible será oír en el juicio que los ninivitas —paganos con menos luz— se salvaron por escuchar una simple exhortación, y nosotros no cambiamos ni siquiera con el Calvario ante nuestros ojos!
La Reina del Sur, figura de los buscadores de sabiduría, viajó desde los confines de la tierra sólo para oír a Salomón. ¿Y nosotros, que tenemos a Cristo realmente presente en el Santísimo Sacramento, lo dejamos solo en el Sagrario? ¿Dónde está nuestra adoración? ¿Dónde está el sacrificio por amor a la Verdad? Si no somos capaces de abandonar el pecado mortal, si no volvemos con arrepentimiento al confesionario, ¿cómo pretendemos presentarnos algún día ante el Rey de Reyes?
Este Evangelio sacude la tibieza con caridad firme. Cristo ha hecho todo: se inmoló por nuestros pecados, resucitó glorioso, dejó su Iglesia, sus sacramentos, su Santa Misa, y aún así muchos siguen exigiendo “algo más” para creer o cambiar. Pero no habrá otro signo. Este es el tiempo de la fe y no de las emociones. El Juicio llegará, y será justo.
La fe verdadera no espera que la Iglesia se modernice ni que el mundo mejore: se arrodilla, se confiesa, se convierte, y vuelve al altar del Calvario donde se renueva el Santo Sacrificio. Se trata de una vida transformada por la gracia, en fidelidad a la Verdad católica de siempre.
Jesucristo es más que Jonás, más que Salomón, más que todo lo creado, porque en Él habita la plenitud de la Divinidad. El juicio vendrá, y la gracia que despreciamos nos será reclamada. ¿Qué haremos con la gracia que recibimos? ¿La honraremos con una vida santa, según la verdad del Evangelio? ¿O la desecharemos?
“Cristo murió en la cruz y resucitó para satisfacer la justicia de Dios y darnos la salvación. Está presente en la Eucaristía. Es tiempo de responderle con una conversión continua.”
Invitación para hoy
- 1. Detente y escucha al Señor: No sigas pidiendo señales mientras ignoras la voz de Dios en tu conciencia. Hoy es el día para abrir tu corazón a la Palabra que ya te fue dada.
- 2. Haz un acto profundo de contrición: El signo de Jonás es Cristo crucificado. Arrodíllate ante Él y pide perdón de verdad. La conversión no espera emociones, sino decisiones.
- 3. Corre a la Confesión sacramental: Jesús está vivo en los sacramentos. No desprecies su Misericordia. Corre a su perdón antes de que llegue el juicio.
- 4. Adora a Jesús en la Eucaristía: La Reina del Sur buscó sabiduría terrenal; tú tienes la Sabiduría Eterna en el Sagrario. Visítalo, adóralo, y deja que Él te transforme.
Con cariño y bendición,
El equipo de Confesión Perfecta
“El Sacramento que cambiará tu Vida y salvará tu Alma”