
San Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se retiró en barca, él solo, a un lugar desierto. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los poblados. Al desembarcar, Jesús vio una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Al atardecer se acercaron los discípulos a decirle:
—«Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despide a la gente para que vayan a las aldeas a comprarse comida».Jesús les replicó:
—«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».Ellos le replicaron:
—«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces…»Les dijo:
—«Traédmelos».Mandó que la gente se recostara sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar saciados, y recogieron doce canastos llenos de sobras. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Mensaje
Jesús no se encierra en su dolor por la muerte de Juan. Él, que es verdadero Dios y verdadero Hombre, se conmueve con las multitudes, se compadece, y se entrega sin medida. Este pasaje nos muestra que Cristo jamás abandona a los suyos, aunque todo parezca perdido o sin solución. El mundo, tan hambriento de sentido, de amor, de verdad, necesita descubrir al Buen Pastor que no se desentiende del dolor humano.
El milagro de la multiplicación de los panes es figura viva de la Eucaristía. Jesús se nos da entero, nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre, y nos sostiene cuando ya no podemos más. No importa si en tu casa solo hay “cinco panes y dos peces”; si se los entregás a Jesús, Él los multiplicará más allá de lo que imaginas. Lo poco que tenés, si se lo das a Dios con fe, será más que suficiente.
¿Cómo está tu corazón como padre o madre de familia? ¿Estás agotado, sintiéndote incapaz de alimentar el alma de tus hijos, de consolar a tu esposa o a tu esposo, de seguir adelante con la cruz cotidiana? Jesús hoy te dice: “Dame lo poco que tenés, que Yo me encargo”. No quiere que huyas, no quiere que te desesperes: quiere que confíes en Él.
Los apóstoles, como nosotros, no entendían cómo resolver el problema. Pero Jesús los obliga a dar un paso de fe: “Dadles vosotros de comer”. Es un llamado directo a nuestra responsabilidad cristiana, especialmente en la familia. Papá, mamá, no podés desentenderte del hambre espiritual de los tuyos. Es hora de despertar, de llevar a tu familia a los pies de Jesús.
En cada Misa, este milagro se repite. El mismo Cristo que multiplicó los panes, multiplica la gracia desde el altar, aunque tus ojos no lo vean. ¿Por qué, entonces, vivimos como si no tuviéramos alimento? ¿Por qué dejamos la Eucaristía de lado, como si fuera algo opcional? Es el Pan vivo bajado del Cielo. ¡Es tu salvación!
Si tus hijos tienen algún problema ayudalos para que reciban a Jesús Sacramentado diariamente en la Misa. No hay psicólogo ni plan humano que sustituya el milagro de su presencia. Si en tu casa hay enfermedad, pobreza o angustia, no esperes una solución mágica: espera en Cristo, que nunca falla.
El corazón misericordioso de Jesús lo puede todo. Pero quiere que vos participes del milagro. Como los discípulos, tienes que poner en sus manos tus pocos recursos y dejarte asombrar por su poder. Lo que Cristo puede hacer en tu familia, si lo dejas actuar, no tiene límites.
Hoy es el día para volver a misa. Hoy es el día para confiar a Jesús.
“Aunque sientas que lo tuyo es poco, si se lo entregas con fe a Jesús, Él hará en tu familia un milagro que sobrepasa todo lo que podés imaginar.”
Invitación para hoy
- 1. Vuelve a Misa: Jesús te espera en la Misa con su Cuerpo y Sangre. No lo dejes esperando. Es tu alimento y tu fuerza.
- 2. Confía, aunque no veas: Dale a Jesús lo poco que tenés. Él lo multiplicará con poder. No necesitas entender, solo creer.
- 3. Enseña a tus hijos a acudir a Jesús: Lleva a tus hijos a la Eucaristía, enséñales a orar, a confiar, a amar a Cristo. Esa es tu mayor herencia.
- 4. Sé instrumento del milagro: Ayuda a otros para que reciban diariamente en la Misa el Pan que da vida (Eucaristia). Cristo te necesita para alimentar a las almas.
Con cariño y bendición,
El equipo de Confesión Perfecta
“El Sacramento que cambiará tu Vida y salvará tu Alma”