Discernimiento de los Espíritus

Padre Juan Bautista Scaramelli

Descripción

El libro “Discernimiento de los Espíritus”, del Padre Juan Bautista Scaramelli, es un manual fundamental para todo cristiano que desea avanzar en la santidad y aprender a distinguir si los movimientos interiores del alma provienen de Dios, del demonio o de nuestro propio espíritu. Con claridad y profundidad, el autor ofrece criterios prácticos y espirituales para ejercitar la vigilancia del corazón y mantener la fidelidad a la doctrina de la Iglesia.

El P. Scaramelli enseña que el Espíritu de Dios inspira la verdad, trae luz y claridad, fomenta la humildad, deja paz y confianza, mueve a la caridad sincera y conduce a imitar a Cristo. Por el contrario, el espíritu del demonio induce confusión, soberbia o falsa humildad, turbación, impaciencia, vanidad, engaño y odio de Cristo. Finalmente, el espíritu humano puede mezclar luces verdaderas con ilusiones y buscar lo cómodo, por lo que requiere discernimiento y prudencia.

El libro ofrece un examen práctico de discernimiento, que permite al cristiano evaluar sus movimientos interiores incluso sin un director espiritual permanente. Preguntas sencillas como “¿Esta moción me deja paz y humildad?” o “¿Me mueve a amar más a Dios y al prójimo?” ayudan a reconocer la acción del Espíritu Santo, mientras que la turbación, la soberbia y la impaciencia señalan lo que no proviene de Dios.

Con un enfoque claro y sistemático, Scaramelli enseña que el alma debe ejercitar la santa vigilancia, la oración perseverante, la obediencia a la doctrina católica y la docilidad a la dirección espiritual. Así, el cristiano aprende a rechazar lo falso y acoger lo que viene de Dios, fortaleciendo su camino hacia la santidad.

“Discernimiento de los Espíritus” es lectura imprescindible para sacerdotes y laicos que desean crecer en prudencia espiritual, aprender a distinguir las mociones interiores y vivir en plena fidelidad al plan divino, siguiendo la advertencia de San Juan: “Probad los espíritus, si son de Dios” (1 Jn 4,1).

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