Descripción

El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen es, sin duda, una de las obras más sublimes que el Espíritu Santo ha inspirado en la pluma de un santo. San Luis María de Montfort, apóstol ardiente de María, nos entrega en estas páginas no una simple devoción piadosa, sino el camino más seguro, perfecto y fácil para llegar a Jesucristo: la consagración total de nosotros mismos, como esclavos de amor, a la Santísima Virgen.

Este libro, escrito con el fuego del amor divino y la claridad de la fe católica, ha transformado la vida espiritual de innumerables fieles y santos a lo largo de los siglos. Su enseñanza es sencilla y al mismo tiempo profunda: para ir a Jesucristo, nuestra meta y Salvador, no hay camino más corto ni más seguro que María, Madre de Dios y Madre nuestra.

San Luis María muestra con fuerza cómo la verdadera devoción a la Virgen no consiste en prácticas externas aisladas, sino en una entrega interior total a Ella, para que, como Madre fiel, nos forme en el molde de su Hijo. El santo no teme hablar de “esclavitud mariana”, expresión fuerte y contracultural, pero que expresa la verdad: pertenecemos enteramente a Jesús por medio de María, en cuerpo y alma, en bienes temporales y espirituales, en vida y muerte.

El Tratado desenmascara las falsas devociones a la Virgen —frías, superficiales o interesadas— y nos conduce hacia la única verdadera: aquella que nos transforma y nos hace vivir siempre “con María, en María, por María y para María”. Esta consagración es, según San Luis María, el gran secreto de la santidad.

El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen no es, por tanto, un libro más: es un manual de vida espiritual para quien quiera salvar su alma, crecer en gracia y alcanzar la santidad. Cada página resplandece de la sabiduría del cielo y conduce al corazón de María, donde Cristo se engendra de nuevo en las almas.

Léelo con fe, medítalo con humildad, ponlo en práctica con decisión: descubrirás que lo que San Luis María enseña es tan actual hoy como hace tres siglos, porque María es siempre el camino más seguro para llegar a Jesucristo, único Salvador de las almas.