Como usar el Misal para la Misa de siempre

El misal, puerta de entrada al tesoro de la Misa de siempre

La Misa Tridentina o Misa de siempre es el tesoro más grande que la Iglesia custodia, porque en ella se renueva sacramentalmente el sacrificio del Calvario. Sin embargo, para quienes no están familiarizados con esta liturgia, los primeros pasos pueden parecer complicados: todo está en latín, los gestos del sacerdote son solemnes y en silencio, y los fieles a veces no saben cómo seguir el desarrollo de la celebración.

Aquí entra en juego el misal, que no es simplemente un libro litúrgico más, sino una auténtica llave espiritual. El misal pone en manos del fiel y del sacerdote la posibilidad de penetrar en el misterio, de comprender lo que sucede en el altar y de unirse conscientemente al sacrificio de Cristo.

Muchos católicos que descubren la Misa tradicional confiesan que fue el misal el que les abrió los ojos y el corazón: al poder seguir la liturgia en latín y en su lengua, comprendieron la riqueza de las oraciones, la profundidad de los ritos y el sentido sacrificial de la Misa. El misal es, por tanto, un instrumento de formación y oración que conduce directamente a la vida interior.

Mira el siguiente video que explica como usar el Misal (video traducido al español)

1. El misal como tesoro espiritual

El misal no es un simple manual de ceremonias. Cada página está impregnada de doctrina, oración y tradición. Allí encontramos:

  • El Ordinario de la Misa, que contiene las oraciones fijas que se repiten en toda Misa (Confiteor, Kyrie, Gloria, Credo, Canon, etc.).
  • El Propio de la Misa, que cambia según el tiempo litúrgico o la fiesta del día (Introito, Colecta, Epístola, Gradual, Evangelio, Ofertorio, Comunión).

Gracias a esta estructura, el misal no solo enseña a “seguir” la Misa, sino a rezarla con la Iglesia entera. Nos ayuda a entender que la liturgia no es algo privado del sacerdote, sino la oración oficial de toda la Iglesia, en la que cada fiel participa.

El fiel que usa el misal aprende a saborear cada oración, a descubrir cómo la Iglesia habla a Dios en nombre de todos sus hijos y cómo la Palabra de Dios se entrelaza con los gestos sagrados. Así, el misal se convierte en una verdadera escuela de santidad.

2. Diferencia entre el Ordinario y el Propio

Para usar correctamente el misal, es necesario comprender una distinción básica:

  • El Ordinario de la Misa: son las oraciones y ritos que nunca cambian. Se encuentran al inicio del misal y acompañan todas las celebraciones. Aquí están las oraciones al pie del altar, el Kyrie, el Gloria, el Canon Romano y las oraciones finales. El Ordinario es como el esqueleto de la Misa: siempre está presente y da estabilidad.
  • El Propio de la Misa: son las partes variables, propias de cada día o fiesta. Incluye el Introito, la Colecta, la Epístola, el Gradual, el Evangelio, el Ofertorio y la Comunión. Se encuentra dividido en secciones dentro del misal: Propio del tiempo (Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua, Pentecostés y tiempo después de Pentecostés) y Propio de los Santos (fiestas de la Virgen, de los apóstoles, mártires y demás santos).

En la práctica, el fiel utiliza las cintas o marcadores del misal para pasar del Ordinario al Propio, de modo que pueda rezar lo que corresponde en cada momento. Por ejemplo: mientras el sacerdote recita las oraciones al pie del altar, el fiel sigue en el Ordinario; pero cuando llega al Introito, debe buscar en el Propio de ese día la antífona correspondiente.

Esta dinámica hace que el uso del misal sea activo y atento: obliga a seguir paso a paso la liturgia, y al mismo tiempo educa en la riqueza del calendario litúrgico.

3. La importancia del misal bilingüe FSSPX (1962)

Uno de los mayores obstáculos para muchos fieles al acercarse a la Misa Tridentina es el idioma: todo se celebra en latín. Y, sin embargo, ese “obstáculo” es en realidad un tesoro, porque el latín es la lengua sagrada de la Iglesia, universal e inmutable, que protege la pureza de la fe y une a los católicos de todos los tiempos y lugares.

Aquí el misal bilingüe de la FSSPX (1962) se convierte en una herramienta indispensable. Esta edición contiene el texto latino original en una columna y la traducción al español en la otra. Así, el fiel escucha la liturgia en latín —recibiendo su solemnidad, su unidad y su sacralidad—, pero al mismo tiempo comprende el sentido profundo de lo que se reza.

El misal bilingüe cumple una doble función:

  1. Formativa: enseña a los fieles a familiarizarse con el latín litúrgico y a reconocer sus expresiones, al mismo tiempo que asegura una traducción fiel al español.
  2. Espiritual: evita que el fiel se sienta perdido o “ajeno” a lo que sucede. Le permite rezar con el sacerdote, comprender las lecturas y unirse interiormente al sacrificio.

Además, el misal de 1962 tiene una importancia histórica: fue la última edición del Misal Romano antes de las reformas posteriores al Concilio Vaticano II. Mons. Marcel Lefebvre lo defendió como la expresión más auténtica de la tradición litúrgica, porque conserva intacto el Canon Romano, las oraciones sacrificiales y las rúbricas que expresan el carácter sagrado de la Misa.

Por eso, para los sacerdotes que quieren celebrar la Misa tradicional y para los laicos que desean aprender a participar en ella, el misal bilingüe de la FSSPX no es solo un instrumento práctico, sino también una garantía de fidelidad a la tradición de la Iglesia.

El misal es el puente que une al fiel con el altar. Sin él, la liturgia puede parecer lejana o difícil; con él, la Misa se convierte en una escuela de oración, en un camino de formación doctrinal y en una fuente de gracia.

Estructura del Misal

Para usar correctamente el misal, es necesario conocer su estructura interna. A simple vista, puede parecer un libro complejo, lleno de cintas, páginas con letras rojas (rúbricas) y diferentes secciones. Pero cuando entendemos su organización, descubrimos que todo responde a un orden sencillo y profundo, pensado para guiar al alma en la oración de la Iglesia.

El misal se puede dividir en seis grandes bloques que vamos a recorrer paso a paso:

1. Oraciones iniciales y devociones

La mayoría de los misales comienzan con oraciones preparatorias. No forman parte estricta de la liturgia, pero ayudan al fiel a disponerse con devoción antes de que comience la Misa. Allí encontramos:

  • Oraciones de la mañana y de la noche, para santificar el día.
  • Oraciones antes de la Misa, pidiendo al Señor la gracia de participar con fe, esperanza y caridad.
  • Oraciones después de la Misa, para dar gracias por el sacrificio renovado en el altar.
  • A menudo se incluyen también devociones clásicas: el Rosario, el Vía Crucis, el Angelus, letanías y oraciones a la Virgen María y a los santos.

Estas páginas iniciales son un tesoro espiritual porque recuerdan que la Misa no es un acto aislado, sino el corazón de la vida cristiana. Preparar el alma antes y dar gracias después prolonga el fruto de la liturgia en la vida diaria.

2. Ordinario de la Misa

El Ordinario es la sección del misal que nunca cambia. Son las oraciones fijas que se repiten en cada celebración, independientemente del día o de la fiesta.

Aquí encontramos:

  • Oraciones al pie del altar: Confiteor, versículos del salmo Judica me, absoluciones iniciales.
  • Kyrie, Gloria y Credo, según corresponda.
  • Canon Romano, el corazón de la Misa, con el Te ígitur, el Memento de vivos y difuntos, la Consagración y la anámnesis.
  • Pater noster, fracción de la Hostia, Agnus Dei.
  • Comunión y oraciones finales.
  • Último Evangelio (usualmente el Prólogo de San Juan).

El Ordinario suele estar colocado al inicio del misal, acompañado de explicaciones y notas. Se imprime en latín y en la lengua vernácula, lo que permite seguir con atención lo que el sacerdote recita en voz baja o en silencio.

👉 En la práctica, el Ordinario es como el “tronco” de la Misa. Sobre él se injertan las ramas del Propio, que veremos a continuación.

3. Propio del tiempo

El Propio del tiempo es la parte del misal que cambia de acuerdo al ciclo litúrgico anual. Está dividido en los diferentes tiempos que marcan la vida de la Iglesia:

  1. Adviento: preparación para la venida del Señor, con misas llenas de esperanza y penitencia.
  2. Tiempo de Navidad: desde la Nochebuena hasta la fiesta de la Epifanía.
  3. Tiempo después de la Epifanía: prolonga la manifestación del Señor en el mundo.
  4. Septuagésima: breve tiempo de preparación para la Cuaresma, casi olvidado en la liturgia moderna, pero muy rico en sentido penitencial.
  5. Cuaresma: camino de penitencia y conversión hacia la Pascua.
  6. Semana Santa: corazón del año litúrgico, con el Triduo Pascual.
  7. Tiempo Pascual: cincuenta días de alegría por la Resurrección.
  8. Tiempo después de Pentecostés: el más largo, que extiende las enseñanzas de Cristo en la vida ordinaria de la Iglesia.

Cada domingo y cada feria importante tienen sus propias oraciones: Introito, Colecta, Epístola, Gradual, Evangelio, Ofertorio y Comunión. El fiel debe marcar estas páginas antes de que comience la Misa para poder alternar entre el Ordinario y el Propio.

4. Propio de los Santos

Además del ciclo del tiempo, la Iglesia celebra las fiestas de los santos. Esta sección se llama Propio de los Santos (Proprium Sanctorum).

Aquí están recogidas las misas de la Virgen María, los apóstoles, los mártires, los confesores, las vírgenes y doctores de la Iglesia. Cada santo tiene asignado su día en el calendario litúrgico y, por tanto, sus propias oraciones y lecturas.

En la práctica, el sacerdote anuncia al inicio de la Misa (o en el boletín parroquial) qué fiesta se celebra, para que los fieles puedan ubicarla en el misal. A veces se celebran santos con memorias (se conmemoran en la oración, pero se conserva el Propio del tiempo), otras veces con fiestas o solemnidades (que reemplazan totalmente las oraciones del domingo).

5. Misas votivas y fiestas particulares

El misal también incluye un apartado de misas votivas. Estas son celebraciones que no dependen del calendario, sino que pueden ser ofrecidas por una intención particular, con autorización.

Algunos ejemplos:

  • Misa votiva del Sagrado Corazón de Jesús.
  • Misa votiva de la Virgen María.
  • Misa votiva de los ángeles.
  • Misa votiva por los difuntos (Misa de Réquiem).

Estas misas expresan la riqueza de la piedad católica y permiten aplicar el sacrificio eucarístico a intenciones concretas de la Iglesia y de los fieles.

6. Semana Santa y Oficios de Tinieblas

El misal de 1962 conserva la liturgia propia de la Semana Santa, con sus ritos solemnes y cargados de simbolismo:

  • El Domingo de Ramos con la bendición y procesión de palmas.
  • El Jueves Santo con la Misa in Coena Domini.
  • El Viernes Santo con la liturgia de la Pasión y la adoración de la Cruz.
  • La Vigilia Pascual con sus lecturas y la bendición del fuego y del agua.

También incluye los Oficios de Tinieblas del Jueves, Viernes y Sábado Santo, donde los salmos y lecturas se rezan mientras se apagan progresivamente las velas, simbolizando el abandono de Cristo y el triunfo aparente de las tinieblas antes de la Resurrección.

Mapa del año litúrgico

Como vemos, el misal es mucho más que un simple “libro de oraciones”: es un mapa del año litúrgico, una guía para entrar en la oración de la Iglesia, y un puente entre el altar y el fiel.

  • El Ordinario asegura la estabilidad y la continuidad.
  • El Propio del tiempo y de los santos introduce en la riqueza de cada fiesta y misterio.
  • Las misas votivas permiten expresar devociones particulares.
  • La Semana Santa concentra todo el drama de la redención.

Conociendo esta estructura, el sacerdote y el laico podrán usar el misal con mayor seguridad, marcando cada sección antes de la Misa y dejándose guiar por el ritmo de la liturgia.

Cómo prepararse antes de la Misa

El misal es una guía, pero su fruto depende en gran medida de la preparación interior y exterior que hagamos antes de la celebración. No se trata solo de tener el libro en las manos, sino de entrar en la disposición correcta: marcar bien las secciones que vamos a usar, conocer la fiesta que corresponde ese día y, sobre todo, preparar el alma con fe y recogimiento.

1. Señalar con cintas y estampas las secciones necesarias

Una de las características del misal de 1962 es que tiene varias cintas de colores. Estas cintas están pensadas para ayudar al fiel a moverse con facilidad entre el Ordinario de la Misa (lo que nunca cambia) y el Propio del día (las oraciones y lecturas que sí cambian).

  • Primera cinta: se coloca en el Ordinario de la Misa. Así siempre tendrás a mano las oraciones fijas, desde el Confiteor hasta el Último Evangelio.
  • Segunda cinta: se coloca en el Propio del tiempo que corresponda (Adviento, Cuaresma, Pascua, etc.), en la página del domingo o feria que se celebra.
  • Tercera cinta: se reserva para el Propio de los Santos, en caso de que la fiesta del día sea la de un santo.
  • Cuarta cinta: suele usarse para misas votivas o para el común de los santos (por ejemplo, cuando se celebra un mártir, pero no hay misas propias para él, se usan las del “Común de los Mártires”).

👉 Consejo práctico: además de las cintas, muchos fieles colocan estampas o tarjetas santas en las páginas que más necesitan, como el Canon Romano o el Ordinario. De este modo, aunque el misal se mueva de un lado a otro, siempre se puede volver rápidamente al lugar principal.

2. Usar el calendario litúrgico para saber la fiesta del día

Otro paso fundamental es identificar qué Misa corresponde ese día. El misal por sí solo no siempre indica la fecha exacta, porque sigue el ciclo litúrgico, no el calendario civil.

Para eso se necesita un calendario litúrgico tradicional (muchas capillas de la FSSPX lo reparten cada año). Este calendario indica:

  • El tiempo litúrgico en el que estamos (por ejemplo: “II Domingo de Adviento”).
  • La fiesta del día si corresponde a un santo.
  • El color litúrgico de los ornamentos (verde, morado, blanco, rojo, negro).
  • Si se hace conmemoración de otra fiesta.

Con esa información, el fiel puede abrir el misal en el Propio del tiempo o en el Propio de los santos, y marcar allí la página correspondiente.

👉 Ejemplo: si el calendario dice “Domingo II después de Pentecostés”, debes abrir el misal en el Propio del tiempo, sección “Después de Pentecostés”, y marcar el Domingo II. Allí estarán las oraciones y lecturas que se añaden al Ordinario.

Este hábito educa el alma en el ritmo de la Iglesia: ya no vivimos solo según el calendario civil, sino que aprendemos a medir el tiempo con los pasos de Cristo y sus santos.

3. Disposición interior: recogimiento, intención, oración

Más importante que el orden exterior del misal es el orden interior del alma. El Padre Martín de Cochem, en su Explicación del Santo Sacrificio de la Misa, advierte que muchos fieles asisten a la Misa pero “con las manos vacías”, porque su corazón está distraído.

La disposición interior se puede resumir en tres puntos:

  1. Recogimiento: entrar en la iglesia como quien entra en el Calvario. Guardar silencio, apagar el ruido interior y exterior. La Misa no es un acto social, sino un encuentro con Dios vivo.
  2. Intención: la Iglesia enseña que cada fiel puede unir a la Misa sus intenciones personales: pedir por la conversión de un familiar, por los difuntos, por el aumento de la fe, por las necesidades de la Iglesia y del mundo. El misal ayuda a formular estas intenciones en las oraciones de la Colecta y del Ofertorio.
  3. Oración: antes de que empiece la Misa, conviene rezar las oraciones preparatorias del misal, pidiendo a Dios participar con fe y devoción. Una breve oración puede ser: “Señor, vengo a tu altar para ofrecerme contigo. Acepta mi vida, mis penas, mis alegrías y todo lo que soy”.

👉 Recuerda: el misal es un medio, no un fin. No se trata de leer todas las palabras de manera mecánica, sino de entrar en el espíritu de la Misa. A veces es más provechoso meditar una sola oración que leer todas distraídamente.

¿Qué es prepararse antes de la Misa?

Prepararse antes de la Misa con el misal en la mano significa:

  • Exteriormente: marcar con cintas las secciones necesarias, identificar la fiesta con ayuda del calendario y tener las páginas listas.
  • Interiormente: disponerse con recogimiento, fijar una intención concreta y ofrecerla al Señor, y comenzar la oración con humildad.

De esta forma, cuando el sacerdote suba al altar y empiece el Santo Sacrificio, el fiel ya estará con el corazón abierto y el misal preparado, listo para unirse al misterio.

Seguir la Misa paso a paso

El misal es como un mapa que guía al fiel a través de cada momento de la Misa. Para aprovecharlo, conviene conocer la secuencia de las oraciones y gestos del sacerdote, y saber en qué parte del misal encontrarlas. A continuación recorreremos las distintas secciones, con indicaciones prácticas para el uso del misal.

1. Oraciones al pie del altar

La Misa comienza con el sacerdote y el acólito al pie del altar. Rezarán el Salmo 42 (Judica me, Deus), el Confiteor (acto de contrición) y las absoluciones iniciales.

En el misal:

  • Se encuentran en el Ordinario de la Misa, generalmente al inicio.
  • El fiel puede rezarlas en silencio con el sacerdote, siguiéndolas en latín y español.

Sentido espiritual: es como si el sacerdote y los fieles pidieran permiso a Dios para subir al Calvario. Es un momento de humildad y purificación.

2. Introito, Kyrie, Gloria

  • Introito: antífona de entrada propia del día. Se busca en el Propio del tiempo o en el Propio de los santos.
  • Kyrie: súplica triple a la Santísima Trinidad. Está en el Ordinario.
  • Gloria: himno de alabanza, rezado en domingos y fiestas. También en el Ordinario.

👉 En la práctica:
El fiel debe estar atento en este momento a pasar del Ordinario al Propio (para el Introito) y volver al Ordinario (para el Kyrie y el Gloria).

Sentido espiritual: en el Introito la Iglesia se presenta ante Dios; en el Kyrie implora su misericordia; en el Gloria exulta en su grandeza.

3. Colecta, Epístola, Gradual, Aleluya, Evangelio

  • Colecta: oración del día, que recoge las intenciones de toda la Iglesia. Está en el Propio.
  • Epístola: lectura tomada de las cartas apostólicas o del Antiguo Testamento. También en el Propio.
  • Gradual y Aleluya (o Tracto en Cuaresma): breves versículos que preparan al Evangelio. En el Propio.
  • Evangelio: proclamado por el sacerdote hacia el norte (símbolo de llevar la luz a las tinieblas).

👉 En la práctica:
El fiel abre el Propio, sigue la Colecta y las lecturas, y las medita en silencio.

Sentido espiritual: aquí Dios mismo nos habla por medio de su Palabra. El misal ayuda al fiel a escuchar con atención, comprendiendo las lecturas en su lengua.

4. Credo (cuando corresponde)

El Credo de Nicea-Constantinopla se recita en domingos y fiestas solemnes. Se encuentra en el Ordinario.

El fiel puede rezarlo en silencio con el sacerdote, proclamando su fe en la Trinidad, en la Iglesia y en la vida eterna.

Sentido espiritual: el Credo es la profesión pública de fe antes de entrar en el gran misterio del Sacrificio.

5. Ofertorio y Secreta

  • Ofertorio: oraciones en que el sacerdote ofrece el pan y el vino a Dios. Están en el Propio, porque cambian cada día.
  • Secreta: oración en silencio después del Ofertorio, también en el Propio.

👉 En la práctica:
El fiel pasa nuevamente al Propio. Puede unir sus intenciones personales al pan y al vino que el sacerdote ofrece, como si colocara su propia vida sobre el altar.

Sentido espiritual: es el momento de entregarse junto con las ofrendas. El fiel ofrece su corazón para que Cristo lo transforme.

6. Canon de la Misa

Aquí comienza el corazón de la Misa: el Canon Romano, inmutable desde los primeros siglos.

En el misal:

  • El Canon está en el Ordinario y no cambia nunca.
  • El sacerdote lo reza en voz baja, en latín, de rodillas ante Dios.
  • El fiel lo sigue en silencio, leyendo las oraciones en el misal.

Partes principales:

  • Te ígitur: oración inicial pidiendo por la Iglesia.
  • Memento de vivos y difuntos: el sacerdote recuerda intenciones y almas.
  • Consagración: momento en que el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
  • Elevación: el sacerdote levanta la Hostia y el cáliz para que los fieles adoren a Cristo realmente presente.
  • Unde et memores: conmemoración del sacrificio de Cristo.
  • Doxología final: “Por Cristo, con Él y en Él”.

Sentido espiritual: aquí estamos en el Calvario. El misal ayuda al fiel a comprender cada plegaria, a ofrecer sus intenciones y a adorar en silencio al Señor.

7. Pater noster, Comunión y Poscomunión

  • Pater noster: el sacerdote lo reza en nombre de todos. Los fieles se unen en silencio.
  • Agnus Dei: súplica al Cordero de Dios. Está en el Ordinario.
  • Comunión: se busca la antífona en el Propio. El sacerdote comulga, y luego los fieles reciben al Señor.
  • Poscomunión: oración de acción de gracias, en el Propio.

👉 En la práctica:
El fiel puede rezar oraciones de acción de gracias incluidas en el misal o hacer su oración personal después de comulgar.

Sentido espiritual: la comunión es la unión íntima con Cristo. El misal guía al fiel en esa acción de gracias profunda.

8. Despedida y bendición final

  • Ite, missa est: el sacerdote despide al pueblo.
  • Bendición final: con la señal de la cruz.
  • Último Evangelio: generalmente el Prólogo de San Juan (In principio erat Verbum).

En el misal:
Todo esto está en el Ordinario.

Sentido espiritual: la Misa concluye, pero el sacrificio se prolonga en la vida. El fiel sale enviado, con la bendición de Dios, para vivir en el mundo lo que ha recibido en el altar.

Ejercicio de atención y de amor

Seguir la Misa con el misal es un ejercicio de atención y de amor. El fiel debe aprender a pasar del Ordinario al Propio según corresponda, pero sin perder nunca el recogimiento interior.

  • Las oraciones al pie del altar nos purifican.
  • El Introito, Kyrie y Gloria nos introducen en la alabanza.
  • La Palabra de Dios nos enseña.
  • El Credo nos hace profesar la fe.
  • El Ofertorio y Canon nos colocan en el Calvario.
  • La Comunión nos une íntimamente a Cristo.
  • La bendición final nos envía al mundo como testigos.

Ejemplo práctico: cómo seguir una Misa del I Domingo de Adviento

Para entender cómo usar el misal, lo mejor es un ejemplo concreto. Tomemos una de las celebraciones más significativas del año: el Primer Domingo de Adviento. Este domingo inaugura el nuevo ciclo litúrgico y nos introduce en el espíritu de espera vigilante por la venida del Señor.

1. Preparar el misal antes de comenzar

Lo primero que hay que hacer al llegar a la iglesia es preparar el misal:

  • Colocar una cinta en el Ordinario de la Misa, al inicio del libro. Allí encontrarás todas las oraciones fijas: Confiteor, Gloria, Credo, Canon, Pater noster, etc.
  • Colocar otra cinta en el Propio del tiempo, en la sección de Adviento. Allí se encuentra la Misa del Primer Domingo de Adviento: Introito, Colecta, Epístola, Evangelio, Ofertorio y Comunión propios de ese día.
  • Si quieres, deja una tarjeta santa o estampa en el Canon Romano, ya que es el momento más solemne y nunca cambia.

De este modo, tendrás tres accesos rápidos: Ordinario, Propio del tiempo y Canon.

2. Comienzo de la Misa: Ordinario

Cuando el sacerdote llega al altar, abres el misal en el Ordinario. Allí rezas con él las oraciones al pie del altar: el Salmo 42 (Judica me, Deus), el Confiteor y las absoluciones iniciales.

Te mantienes en el Ordinario hasta que llega el Introito.

3. Introito y primeras oraciones: Propio

En el Primer Domingo de Adviento, el Introito comienza con las palabras del salmo: Ad te levavi animam meam (“A ti levanto mi alma, oh Señor”).

En este momento, pasas tu cinta al Propio del Adviento y sigues la antífona en latín y en español. Haces lo mismo con la Colecta, que es la oración propia del día, y con la Epístola (tomada de la Carta a los Romanos).

Después del Gradual, el sacerdote proclama el Evangelio del día (Mateo 21, 1-9), donde se narra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Con el misal, puedes leerlo en español mientras escuchas su proclamación en latín.

4. Credo y vuelta al Ordinario

Si corresponde, se reza el Credo (en este domingo sí se hace). Regresas entonces al Ordinario, donde está impreso el Símbolo de la fe.

Puedes rezarlo en silencio con el sacerdote, meditando cada artículo.

5. Ofertorio y Secreta: Propio

Después del Credo, el sacerdote pasa al Ofertorio. En el Primer Domingo de Adviento, la antífona del Ofertorio comienza con las palabras Ad te levavi animam meam.

Pasas otra vez al Propio, sigues esa oración y luego la Secreta del día.

6. Canon de la Misa: Ordinario

Al comenzar el Sanctus, dejas el Propio y vuelves al Ordinario, donde está el Canon Romano.

El sacerdote lo reza en voz baja, y tú puedes leerlo lentamente en el misal, acompañando cada oración en silencio. Cuando llega la Consagración, te arrodillas, miras con fe la Hostia y el cáliz elevados, y haces un acto de adoración: “Señor mío y Dios mío”.

Aquí es muy útil tener una tarjeta santa o un marcador en el Canon, porque así no pierdes el lugar aunque el misal se haya movido.

7. Comunión y Poscomunión: Propio

Después del Pater noster y el Agnus Dei, buscas nuevamente el Propio del Adviento para encontrar la antífona de Comunión y la oración Poscomunión del día.

Cuando recibas la Comunión, el misal también suele incluir oraciones de acción de gracias que puedes rezar en silencio.

8. Final de la Misa: Ordinario

La Misa concluye en el Ordinario, con el Ite, missa est, la bendición y el Último Evangelio (generalmente el Prólogo de San Juan: In principio erat Verbum).

Sigues esas oraciones en el misal y das gracias a Dios por haberte permitido participar en el sacrificio de su Hijo.

Uso de Estampas de Santos o tarjetas

  1. Usa las cintas sabiamente: una siempre fija en el Ordinario, otra en el Propio del tiempo, otra en el Propio de los santos si hay fiesta, y otra en el Canon.
  2. Ten estampas o tarjetas santas: colócalas en las partes que quieras tener siempre a mano (el Canon, las oraciones de preparación a la Comunión, las acciones de gracias después de la Misa).
  3. Anota con lápiz discreto: si tienes dificultad para encontrar secciones, puedes poner marcas mínimas o referencias en los bordes del misal.
  4. No te distraigas con el libro: el misal es un medio, no un fin. Si pierdes el lugar, no te angusties: quédate en silencio y une tu corazón al altar.

Dinámica del uso del Misal

Este ejemplo del Primer Domingo de Adviento muestra la dinámica esencial del uso del misal:

  • El Ordinario es la base estable.
  • El Propio da las oraciones variables.
  • El Canon es el corazón inmutable.
  • Las cintas y estampas son el secreto para moverse sin perderse.

Una vez que se aprende este “ir y venir” entre Ordinario y Propio, el uso del misal se vuelve natural, y la Misa deja de ser algo externo para convertirse en una verdadera escuela de oración interior.

Consejos prácticos

El misal de 1962 es una ayuda maravillosa, pero exige una actitud correcta para que no se convierta en un simple “libro de lectura”. Aquí ofrecemos algunos consejos prácticos que han dado fruto durante generaciones de católicos que han aprendido a amar la Misa de siempre.

1. Cómo leer en silencio en unión con el sacerdote

Una de las características de la Misa Tridentina es que gran parte de las oraciones el sacerdote las dice en voz baja. Para el que no está acostumbrado, esto puede parecer extraño, incluso desconcertante. Pero en realidad es un signo profundo: el sacerdote ora directamente a Dios en nombre de toda la Iglesia, y los fieles se unen en silencio.

El papel del misal aquí es ayudar a los fieles a entrar en ese silencio. No se trata de “recitar” todas las palabras como si fueran un diálogo, sino de leerlas en espíritu de oración.

👉 Consejos prácticos:

  • No tengas prisa: el sacerdote a veces rezará más rápido o más despacio de lo que puedes leer. No intentes seguir cada palabra al ritmo exacto, sino acompaña el sentido general de la oración.
  • Elige una oración clave: por ejemplo, en el Canon, concéntrate en la Consagración y en el Memento de vivos y difuntos.
  • Haz actos de fe y adoración: aunque no leas todas las palabras, aprovecha los gestos (la elevación, la genuflexión, el silencio) para orar con el corazón.

El silencio no es ausencia de participación, sino la forma más profunda de unirse al sacrificio.

2. Qué hacer cuando no se entiende el latín

El latín puede ser un obstáculo para el que nunca lo ha estudiado. Pero justamente el misal bilingüe resuelve esa dificultad: una columna está en latín y la otra en español.

👉 Recomendaciones:

  • No intentes traducir mentalmente cada palabra. Lee la traducción en español para comprender el sentido y deja que el latín resuene como lengua sagrada.
  • Aprende expresiones básicas que se repiten siempre: Dominus vobiscum (El Señor esté con vosotros), Et cum spiritu tuo (Y con tu espíritu), Agnus Dei (Cordero de Dios), Sanctus, sanctus, sanctus (Santo, Santo, Santo). Poco a poco te resultarán familiares.
  • Ve por etapas: no es necesario dominar todo el misal desde la primera vez. Comienza por entender las partes principales: Introito, Evangelio, Canon, Comunión. Con el tiempo, irás reconociendo más frases en latín.

El latín no está para alejar, sino para elevar. Aun sin entenderlo completamente, el fiel participa porque entra en un clima de adoración que no depende de la comprensión intelectual de cada palabra, sino de la unión interior con Cristo.

3. Cómo unir intenciones personales al sacrificio

Una de las riquezas del misal es que enseña a ofrecer. La Misa no es un espectáculo que el fiel contempla, sino un sacrificio al que se une.

👉 Momentos clave para unir intenciones:

  • Al Ofertorio: cuando el sacerdote ofrece el pan y el vino, ofrece también tu vida: tus penas, tus alegrías, tus trabajos, tus sufrimientos. Di en silencio: “Señor, te ofrezco mi vida junto con este pan y este vino, para que se convierta en sacrificio agradable a ti”.
  • En el Canon (Memento de vivos y difuntos): recuerda a tus seres queridos, vivos y difuntos, y preséntalos a Dios. El misal incluso marca ese momento con las palabras Memento, Domine.
  • En la Consagración: ofrece tu corazón con el de Cristo. Adora al Señor presente en la Hostia y el cáliz, y dile: “Jesús, aquí estoy contigo en la cruz”.
  • En la Comunión: une tu alma a Cristo presente en ti. Haz un acto de amor y de acción de gracias.

👉 Consejo práctico:
Puedes anotar discretamente en una estampa tus intenciones del día (por ejemplo: por la conversión de un hijo, por un enfermo, por un difunto) y guardarla en el misal. Al llegar al Ofertorio o al Canon, recuerda esas intenciones en silencio.

De este modo, el misal no es solo un libro de lectura, sino un libro de ofrenda, que enseña al fiel a vivir la Misa como sacrificio personal unido al sacrificio de Cristo.

¿Para que se usa el Misal?

El misal no se usa para leer mecánicamente, sino para entrar en comunión con el sacrificio del altar:

  • Se lee en silencio, con recogimiento, sin prisa, uniendo el corazón al sacerdote.
  • El latín no es un obstáculo, sino un medio que, junto con la traducción, eleva y une a toda la Iglesia.
  • Cada fiel tiene un lugar activo: ofrecer sus intenciones, su vida y sus oraciones en unión con Cristo.

El sacerdote, por su parte, alienta a los fieles a usar el misal con devoción, explicando de antemano las partes más importantes, de modo que todos puedan sacar fruto abundante.

Frutos espirituales de usar bien el misal

Cuando un sacerdote o un laico aprende a manejar el misal de la Misa de siempre, ya no se queda en la superficie de la liturgia, sino que entra en su profundidad. El misal no es un fin en sí mismo: es un medio para santificar el alma, para vivir más plenamente la unión con Cristo y con la Iglesia.

Podemos resumir los frutos principales en tres dimensiones: devoción y comprensión, participación activa y consciente, y unión con Cristo en su sacrificio.

1. Mayor devoción y comprensión de la liturgia

La liturgia tradicional está llena de símbolos, oraciones profundas y gestos solemnes. Sin el misal, muchas veces el fiel puede sentirse espectador de algo que no entiende del todo. Con el misal en la mano, todo cambia:

  • Comprende qué se está rezando en cada momento.
  • Descubre la riqueza doctrinal de las oraciones: su lenguaje sacrificial, su referencia constante a la cruz, su súplica humilde a Dios.
  • Aprende a unir sus intenciones personales a las palabras de la Iglesia.

👉 Por ejemplo, al leer la Colecta de un domingo de Adviento en español, el fiel se da cuenta de que la Iglesia pide “despertar los corazones del sueño del pecado”. Esa oración no queda en el altar: pasa al corazón del fiel, que siente el llamado a la conversión.

El misal, en este sentido, es un libro de formación espiritual. A través de él, el fiel no solo participa mejor en la Misa, sino que se educa en la doctrina de la Iglesia y crece en su amor por el sacrificio eucarístico.

2. Participación activa y consciente (pero no en el sentido moderno)

Muchos católicos han escuchado la expresión “participación activa” en la liturgia, pero a menudo malinterpretada. No significa multiplicar gestos, cantos o intervenciones, sino participar interiormente con la mente y el corazón en lo que sucede en el altar.

El misal favorece esta participación verdadera porque:

  • Obliga a estar atento al paso entre Ordinario y Propio.
  • Invita a rezar en silencio las mismas oraciones que el sacerdote pronuncia en voz baja.
  • Educa en la escucha atenta de la Palabra de Dios.

Así, el fiel no es un espectador pasivo, pero tampoco un animador externo. Es un alma unida interiormente al sacrificio.

👉 Esto también vale para los sacerdotes: al celebrar con el misal de 1962, su oración es totalmente objetiva, centrada en Dios, y los fieles lo acompañan en silencio orante. No es un diálogo horizontal, sino una adoración vertical.

Por eso, el fruto es una verdadera participación activa, pero entendida como la Iglesia siempre la enseñó: actividad del corazón, no del ruido exterior.

3. Unión profunda con Cristo, con la Iglesia y con el sacrificio de la Cruz

El fruto más grande de usar bien el misal es que conduce al alma al centro de la vida cristiana: la unión con Cristo en la cruz.

  • El fiel descubre que en cada Misa se hace presente el Calvario.
  • Comprende que no solo asiste a un rito, sino que se ofrece con Cristo al Padre.
  • Aprende a unirse a toda la Iglesia: militante en la tierra, purgante en el purgatorio y triunfante en el cielo.

👉 Ejemplo: cuando el misal indica en el Canon el Memento de difuntos, el fiel recuerda a sus seres queridos y los encomienda a Dios. Esa oración ya no es privada: se une al sacrificio de Cristo, al altar de toda la Iglesia.

El resultado es un sentido profundo de pertenencia: pertenencia a Cristo, a la Iglesia universal y a la liturgia eterna que los ángeles celebran en el cielo.

El Misa es Camino de Santificación

El uso del misal de 1962 no es solo cuestión de orden práctico, sino un camino de santificación.

  • Abre los ojos a la riqueza doctrinal de la liturgia.
  • Forma el corazón en la verdadera participación interior.
  • Une al alma con Cristo crucificado, con la Iglesia universal y con el sacrificio que salva al mundo.

Así, sacerdote y laico, cada uno en su lugar, encuentran en el misal un tesoro escondido: no un simple libro, sino la llave para vivir la Misa como lo que es, el sacrificio de Cristo hecho presente en el altar.

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