La Misa: El Sacrificio más grande de la tierra y del cielo

El tesoro ignorado

El Padre Martín de Cochem en su Libro Explicación del Santo Sacrificio de la Misa comienza con una advertencia seria: la mayoría de los cristianos ignoran el valor infinito de la Santa Misa. Muchos la ven como una ceremonia piadosa, otros la reducen a un simple recuerdo de la Última Cena, y no faltan quienes la consideran una obligación dominical pesada.

Explicación del Santo Sacrificio de la Misa del Padre Martín de Cochem:

Frente a esta visión empobrecida, el autor eleva la voz y proclama: “El sacrificio de la Misa es el acto más sublime que se puede realizar en el cielo y en la tierra”.

Cada Misa es la renovación incruenta del sacrificio del Calvario, supera en dignidad y méritos a todas las obras de los ángeles y los santos, y encierra un valor infinito porque es Cristo mismo quien se ofrece.

El sacrificio del Calvario hecho presente

El centro de la enseñanza del Padre de Cochem es claro: la Misa no es otro sacrificio distinto del de la Cruz, sino el mismo sacrificio, hecho presente de manera incruenta.

Escribe con fuerza: “El sacrificio que Cristo ofreció una vez en el Calvario es el mismo que se renueva cada día en el altar. Solo difiere el modo: allí con efusión de sangre, aquí de manera incruenta”.

Esto significa que cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la consagración, no se realiza una repetición, sino una actualización del único sacrificio redentor. El Calvario se hace presente, la Sangre del Cordero vuelve a clamar por nuestra salvación, y el Padre recibe nuevamente la oblación perfecta de su Hijo amado.

Así, cada Misa es como una ventana abierta al Gólgota. El fiel que participa en ella se coloca mística y realmente a los pies de la Cruz, junto a María y San Juan.

La Misa supera a todos los sacrificios de la historia

El Padre de Cochem compara la Misa con todos los sacrificios antiguos y concluye que ninguno puede igualarla.

Los sacrificios del Antiguo Testamento eran figuras, preparaciones, sombras de lo que habría de venir. Animales inmolados, ofrendas de trigo, incienso quemado… todo eso anunciaba, pero no contenía, la realidad.

Por eso afirma: “Todos los sacrificios de la Antigua Ley, desde Abel hasta Cristo, no valen lo que una sola Misa, porque en ella se ofrece el Cordero de Dios”.

De este modo, la Misa es la consumación de toda la historia sagrada: en ella se cumple lo que los patriarcas esperaban, lo que los profetas anunciaban y lo que los santos del Antiguo Testamento deseaban ver.

Superior a todas las obras de los santos y ángeles

El Padre de Cochem llega a una afirmación que puede sorprender, pero que refleja la verdad de la fe: una sola Misa glorifica más a Dios que todas las obras de los santos juntos.

Escribe: “Todas las penitencias de los santos, todos los martirios derramados, todos los himnos de los ángeles, no alcanzan a dar a Dios tanta gloria como una sola Misa”.

La razón es clara: los santos ofrecen lo que tienen, criaturas limitadas. Pero en la Misa se ofrece el mismo Cristo, el Verbo eterno hecho carne. ¿Qué puede ser más valioso que el Hijo de Dios?

Los ángeles adoran con himnos perfectos, los mártires entregan su sangre, los santos practican virtudes heroicas. Pero todo eso, reunido, queda por debajo del sacrificio de la Cruz que se actualiza en la Misa.

Cristo mismo se ofrece en cada Misa

Una de las ideas centrales del libro es que Cristo es al mismo tiempo sacerdote y víctima en la Misa.

El Padre de Cochem explica: “Aunque el sacerdote visible sea un hombre, el verdadero sacerdote en cada Misa es Cristo mismo, que se ofrece al Padre con las mismas palabras de la Última Cena”.

Esto eleva de manera infinita la dignidad de cada celebración. No importa si el sacerdote es santo o indigno, joven o anciano, instruido o sencillo: lo esencial es que Cristo actúa a través de él.

Por eso añade: “Cuando asistes a la Misa, no mires al sacerdote como a un hombre, sino como a Cristo que se inmola por ti”.

Valor infinito de una sola Misa

El Padre de Cochem no se cansa de repetir que el valor de la Misa es infinito.

“Si supieras el tesoro que posees en una sola Misa, estarías dispuesto a dar tu vida antes que perderla”, exclama.

Esto significa que no hay pecado, necesidad o dificultad que no pueda encontrar remedio en la Misa. Allí está la fuente de todas las gracias, porque allí está Cristo con su sacrificio perfecto.

Incluso una sola Misa, bien ofrecida, puede bastar para cambiar el rumbo de un alma, salvar a un pecador, liberar a un difunto del purgatorio, o sostener a toda una nación en la fe.

Ejemplos impactantes del poder de la Misa

El Padre de Cochem recoge testimonios y comparaciones para que los fieles entiendan mejor.

Dice: “Si un rey te regalara una joya preciosa, la guardarías como un tesoro. Pues en la Misa recibes no una joya, sino al mismo Rey de reyes”.

También narra que los santos comprendieron esto y por eso buscaban asistir al mayor número de Misas posible. San Felipe Neri, por ejemplo, decía que si los hombres conocieran el valor de la Misa, tendrían que poner guardias en las puertas de las iglesias para contener a la multitud que querría entrar.

La gloria que la Misa da a Dios

Otro aspecto central en el libro es que la Misa da a Dios una gloria infinita.

“Una sola Misa glorifica al Altísimo más que todas las alabanzas de la tierra y del cielo”, enseña el Padre de Cochem.

Esto explica por qué la Iglesia pone tanto cuidado en la celebración litúrgica: porque lo que está en juego no es solo el bien del hombre, sino la gloria de Dios mismo. (Vive la Misa Tridentina o Tradicional)

Cada vez que se celebra una Misa, Dios recibe un homenaje perfecto, un acto de adoración que corresponde plenamente a su infinita majestad.

La Misa como remedio para la humanidad

El Padre de Cochem no duda en afirmar que la Misa sostiene al mundo.

“Si cesaran las Misas sobre la tierra, el mundo se perdería bajo el peso de sus pecados”, escribe con fuerza.

Esto significa que la Santa Misa no solo beneficia a quienes asisten, sino a toda la humanidad. Es el sacrificio de Cristo intercediendo sin cesar por los hombres, el escudo que detiene la justa ira de Dios y el canal por donde bajan las bendiciones a la tierra.

Aplicaciones prácticas para el sacerdote y el laico

El Padre de Cochem dirige sus palabras tanto a sacerdotes como a laicos.

A los sacerdotes les suplica: “Celebrad cada Misa como si fuera la primera, la última y la única de vuestra vida”.

A los laicos los exhorta: “Escuchad cada Misa como si de ella dependiera vuestra salvación eterna”.

Y añade: “El que oye una sola Misa con devoción obtiene más mérito que si diera todo su dinero a los pobres y recorriera el mundo en peregrinación”.

Vivir de la Misa

El Explicación del Santo Sacrificio de la Misa es un clamor del corazón de un sacerdote santo que quiere abrir los ojos de los cristianos a la grandeza del misterio.

La Misa no es un rito cualquiera, no es un recuerdo, no es una obligación pesada. Es el sacrificio más grande de la tierra y del cielo. Es el Calvario presente. Es Cristo mismo que se ofrece al Padre por nosotros.

Que resuenen en nuestro corazón las palabras del Padre de Cochem:

“Una sola Misa glorifica más a Dios que todos los méritos de los ángeles y santos juntos. No hay tesoro más grande en el cielo ni en la tierra”.

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