
Historia
Santa Juana de Lestonnac nació el 27 de diciembre de 1556 en Burdeos, Francia, en una familia noble. Su padre, Ricardo de Lestonnac, era un ferviente católico, mientras que su madre, Juana Eyquem, hermana del filósofo Michel de Montaigne, simpatizaba con el calvinismo. Esta dualidad religiosa en su hogar la expuso desde temprana edad a las tensiones entre católicos y protestantes durante las guerras de religión en Francia.
A los 17 años, Juana contrajo matrimonio con Gastón de Montferrant, con quien tuvo siete hijos, de los cuales cinco sobrevivieron. Tras 24 años de matrimonio, enviudó en 1597. Después de asegurar el bienestar de sus hijos, Juana buscó una vida de mayor entrega espiritual.
Inicialmente, Juana intentó ingresar en la vida monástica en la abadía cisterciense de Toulouse, pero su salud frágil le impidió continuar. Sin embargo, su deseo de servir a Dios y a la sociedad la llevó a fundar en 1607 la Compañía de María Nuestra Señora, una congregación religiosa dedicada a la educación de niñas, inspirada en la espiritualidad ignaciana.
Santa Juana de Lestonnac falleció el 2 de febrero de 1640 en Burdeos. Fue beatificada por el Papa León XIII el 23 de septiembre de 1900 y canonizada por el Papa Pío XII el 15 de mayo de 1949. Su legado perdura en las numerosas instituciones educativas fundadas por la Compañía de María en diversos países.
Lecciones
1. Fidelidad en medio de la adversidad:
Santa Juana mantuvo su fe católica a pesar de las influencias calvinistas de su entorno familiar y social. Su vida nos enseña la importancia de la perseverancia en la fe, incluso en contextos adversos.
2. Servicio a través de la educación:
Al fundar la Compañía de María, Juana respondió a la necesidad de educación para las niñas, un sector desatendido en su época. Su ejemplo nos invita a identificar las necesidades de nuestro entorno y actuar con caridad y compromiso.
3. Integración de la vida laical y religiosa:
Juana vivió plenamente su vocación como esposa y madre antes de dedicarse a la vida religiosa. Esto nos recuerda que la santidad es alcanzable en todas las etapas y estados de vida, integrando nuestras responsabilidades cotidianas con nuestra vida espiritual.
“Santa Juana de Lestonnac nos muestra que, con fe y determinación, podemos transformar las adversidades en oportunidades de servicio y amor, construyendo puentes de esperanza en medio de la división.”