Santa Teresita del Niño Jesús: Santidad escondida en lo pequeño

Historia

Santa Teresita del Niño Jesús nació en Alençon (Francia) el 2 de enero de 1873, en el seno de una familia profundamente cristiana. Sus padres, Luis y Celia Martín, santos canonizados, ofrecieron cada uno de sus hijos a Dios. De los nueve, cinco sobrevivieron y todos abrazaron la vida religiosa. Desde pequeña, Teresita mostró un alma sensible, alegre y generosa, aunque marcada por pruebas dolorosas, como la muerte de su madre a los cuatro años, hecho que la volvió más tímida y retraída.

En su infancia, la pequeña Teresita aprendió a refugiarse en Dios y en la Virgen María. Recibió con un fervor inmenso su Primera Comunión el 8 de mayo de 1884, momento que describió como un desposorio de amor con Jesús. Poco después, vivió lo que llamó su “conversión de Navidad” en 1886, cuando el Señor le dio una fuerza nueva para vencer su sensibilidad extrema y comenzar a caminar con decisión por el camino de la santidad.

Desde muy joven sintió el llamado al Carmelo. Con apenas 15 años pidió al Papa León XIII permiso para ingresar en el convento de Lisieux. Finalmente, el 9 de abril de 1888, entró en el Carmelo, convencida de que su misión sería amar a Jesús y salvar almas rezando especialmente por los sacerdotes y los misioneros.

En la vida religiosa experimentó duras pruebas interiores: sequedad, tentaciones de desesperanza y una profunda noche de la fe. Sin embargo, lejos de desanimarse, comprendió que su vocación era vivir “el caminito de la infancia espiritual”: abandonarse como una niña en brazos de su Padre Dios, confiar totalmente en su misericordia y hacer con amor las cosas más pequeñas.

La enfermedad no tardó en visitarla. En 1896 comenzó a padecer tuberculosis, que fue consumiéndola poco a poco. Durante su dolorosa enfermedad, se ofreció como víctima de amor por los pecadores, los sacerdotes y los misioneros. Afirmaba: “En el corazón de la Iglesia, yo seré el amor”.

El 30 de septiembre de 1897, a los 24 años, entregó su alma al Señor pronunciando las palabras: “Dios mío, te amo”. Había prometido que desde el cielo haría “caer una lluvia de rosas”, y así lo cumplió: innumerables milagros y favores se atribuyeron a su intercesión.

Fue canonizada por Pío XI en 1925 y proclamada patrona de las misiones y doctora de la Iglesia. Su obra, Historia de un alma, ha llevado a millones de fieles a descubrir que la santidad está en lo sencillo, en el amor fiel y total en lo ordinario de cada día.

Lecciones

1. La santidad está en lo pequeño. Teresita nos enseña que no es necesario hacer cosas extraordinarias, sino vivir con amor cada gesto, cada sacrificio, cada palabra.

2.La confianza en Dios lo transforma todo. Su caminito espiritual nos recuerda que debemos abandonarnos en las manos del Padre, como un niño que confía plenamente.

3. El sufrimiento puede ser fecundo. Su enfermedad, ofrecida por los pecadores y los sacerdotes, nos muestra cómo el dolor, unido a Cristo, se convierte en fuente de gracia.

4. La misión nace del amor. Aunque nunca salió del Carmelo, Santa Teresita es patrona de las misiones porque comprendió que lo esencial es el amor que impulsa la evangelización.

“Santa Teresita del Niño Jesús: con su caminito nos muestra que la santidad está al alcance de todos, si confiamos en Dios y amamos sin medida en lo pequeño.”

Fuentes: FSSPX, VidasSantas, Wikipedia

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