San Juan de la Cruz: Doctor Místico y Reformador del Carmelo

Historia

Nacido en Fontiveros, en la provincia de Ávila, Juan llegó al mundo en un hogar humilde pero colmado de virtud. Sus padres, Don Gonzalo de Yepes y Doña Catalina Álvarez, aunque pobres, criaron a sus tres hijos en una fe ardiente. Desde su infancia, Juan fue favorecido por Dios con gracias extraordinarias. A los cinco años, una señora hermosísima —que él siempre creyó ser la Virgen María— lo libró milagrosamente de morir ahogado en una laguna.

Tras enviudar su madre, la familia se trasladó a Medina del Campo, donde Juan creció en edad y en virtud. Su talento y piedad impresionaron al administrador del hospital, Don Alonso Álvarez de Toledo, quien lo acogió para que sirviera a los enfermos y al mismo tiempo pudiera estudiar. Allí, nuevamente, la Virgen lo preservó milagrosamente de la muerte al caer en un pozo profundo, sosteniéndolo sobre las aguas hasta que fue rescatado.

Durante sus estudios con los jesuitas, destacó en gramática, retórica y filosofía, pero aún más en piedad. Su alma buscaba una vida de mayor perfección y sacrificio, aunque no sabía todavía dónde le quería Dios. A los veinte años, recibió interiormente una misteriosa voz que le indicó que serviría al Señor en una religión que él habría de reformar, aunque no entendió entonces su sentido profundo.

Su vocación se esclareció al entrar en contacto con los carmelitas de Medina, donde la voz interior resonó nuevamente con fuerza. Ingresó en el noviciado en 1563, profesó en 1564 con el nombre de Fray Juan de San Matías y estudió teología en Salamanca, donde recibió la gracia de ser confirmado en estado de perfección durante su primera misa. Sin embargo, su deseo de mayor austeridad lo llevó a pensar en la cartuja, hasta que Santa Teresa de Jesús lo llamó providencialmente para iniciar con ella la reforma del Carmelo.

Con singular humildad y fortaleza, Juan aceptó ser instrumento de Dios. Tomó el nombre de Fray Juan de la Cruz al fundar junto con Fray Antonio de Jesús y Fray José de Cristo el primer convento de carmelitas descalzos en Duruelo en 1568, en la más radical pobreza. Allí, entre cruces de madera, un cántaro roto y un desván usado como coro, comenzó la gran obra de renovación espiritual del Carmelo.

Su vida avanzó entre cargos, servicio, penitencia y éxtasis. Fue rector en Alcalá, confesor en Ávila, fiel colaborador de Santa Teresa y maestro de almas. Numerosos éxtasis, visiones y signos extraordinarios acompañaron su camino, confirmando su intimidad con Dios. También padeció terribles persecuciones: fue apresado en Toledo, sometido a encierro y castigos, pero Cristo lo consoló con una visita luminosa diciéndole: “Nada temas, Juan, que Yo estoy contigo”.

Tras escapar milagrosamente de su prisión, continuó su misión en paz y obediencia, enfrentando nuevas pruebas, incomprensiones y trabajos apostólicos. Durante sus últimos años escribió sus obras inmortales —Subida, Noche Oscura, Cántico Espiritual y Llama de Amor Viva—, que la Iglesia reconoce como cumbre de la espiritualidad cristiana. Finalmente, en Úbeda, consumido por el dolor de una gravísima llaga, entregó su alma al Señor el 14 de diciembre de 1591. Sus últimas palabras fueron: “Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Lecciones

1. La humildad es el cimiento de toda perfección

San Juan, hijo de un pobre tejedor, nunca buscó honores, sino desaparecer para que sólo Cristo brillara. Su grandeza estuvo en reconocerse nada ante Dios.

2. El sufrimiento abrazado por amor purifica el alma

Desde su niñez hasta su muerte, aceptó la cruz sin sombra de queja, pidiendo siempre “padecer más y ser más despreciado”, porque sabía que el dolor unido a Cristo salva.

3. La reforma auténtica nace de la fidelidad absoluta a la voluntad divina

Su obediencia a los designios de Dios, incluso en persecuciones y prisiones, dio nacimiento al Carmelo descalzo y renovó la vida espiritual de la Iglesia.

4. La unión con Dios transforma toda la existencia

Sus éxtasis, escritos y vida interior muestran que quien se deja consumir por el Amor divino llega a ser totalmente de Dios y para Dios.

“San Juan de la Cruz nos enseña que el alma que se entrega sin reservas a Cristo encuentra en la cruz el camino más seguro hacia la unión perfecta con Dios.”

Fuentes: FSSPX, VidasSantas, Wikipedia

Scroll al inicio