
Historia
Santo Domingo Savio nació el 2 de abril de 1842 en San Giovanni da Riva, Piamonte, Italia. Hijo de Ángel Savio, un humilde mecánico, y Brígida, una costurera, creció en un hogar sencillo y profundamente cristiano. Desde muy pequeño, mostró una inclinación especial hacia la piedad y la virtud. A los cinco años, ya ayudaba como monaguillo en la misa, y a los siete, recibió su Primera Comunión, ocasión en la que escribió su famoso propósito: “Prefiero morir antes que pecar” .
A los doce años, conoció a San Juan Bosco, quien quedó impresionado por su deseo de santidad y lo admitió en el Oratorio de San Francisco de Sales en Turín. Allí, Domingo se destacó por su alegría, obediencia y espíritu de oración. Fundó la “Compañía de la Inmaculada”, un grupo de jóvenes que se dedicaban a ayudar a sus compañeros y fomentar la devoción mariana .
A pesar de su corta vida, Domingo alcanzó una profunda madurez espiritual. Su salud, sin embargo, comenzó a deteriorarse, y en 1857, con apenas 14 años, falleció en Mondonio, Italia. San Juan Bosco escribió su biografía, destacando su pureza, humildad y amor a Dios .
Fue canonizado por el Papa Pío XII en 1954, convirtiéndose en el santo no mártir más joven de la Iglesia Católica. Su fiesta se celebra el 6 de mayo
Lecciones
1. La Santidad es para Todos:
Domingo nos enseña que la santidad no está reservada para los adultos o los religiosos; cualquier persona, sin importar su edad, puede aspirar a ella.
2. Pureza de Corazón:
Su lema, “Prefiero morir antes que pecar”, refleja un compromiso inquebrantable con la virtud y la pureza, recordándonos la importancia de vivir en gracia.
3. Devoción Mariana:
La fundación de la “Compañía de la Inmaculada” muestra su profundo amor por la Virgen María, inspirándonos a confiar en su intercesión y seguir su ejemplo.
4. Alegría en la Fe:
A pesar de las dificultades, Domingo vivió su fe con alegría y entusiasmo, demostrando que la vida cristiana es una fuente de gozo verdadero.
5. Influencia Positiva:
Su vida impactó profundamente a quienes lo rodeaban, recordándonos que nuestras acciones y actitudes pueden ser un testimonio poderoso de fe para los demás.