
Historia
San Bernardino de Siena, nacido en 1380 en Massa Marittima, Italia, quedó huérfano a los siete años y fue criado por sus tías en Siena. Desde joven, mostró una profunda devoción religiosa y se unió a la cofradía de Nuestra Señora, dedicada a la oración y al servicio de los necesitados.
Durante la epidemia de peste que azotó Siena en 1400, Bernardino y sus compañeros atendieron a los enfermos y moribundos, arriesgando sus vidas. Aunque él mismo enfermó gravemente, sobrevivió y esta experiencia fortaleció su fe y vocación.
En 1402, ingresó a la Orden de los Frailes Menores (franciscanos) y fue ordenado sacerdote en 1404. Aunque al principio su voz era débil y su presencia modesta, oró fervientemente por el don de la predicación. Según relatos, un novicio le instó repetidamente a predicar en Milán, lo que marcó el inicio de su misión evangelizadora.
Durante más de dos décadas, recorrió Italia a pie, predicando con fervor sobre la penitencia, la moral cristiana y la devoción al Santísimo Nombre de Jesús. Introdujo el monograma “IHS” como símbolo de esta devoción, que se difundió ampliamente.
En 1430, fue nombrado vicario general de los franciscanos observantes, liderando una reforma que revitalizó la orden. Rechazó varias ofertas para ser obispo, prefiriendo continuar su labor misionera.
Falleció el 20 de mayo de 1444 en L’Aquila, Italia. Fue canonizado en 1450 por el Papa Nicolás V, apenas seis años después de su muerte.
Lecciones
1. Devoción al Nombre de Jesús:
San Bernardino nos enseña la importancia de venerar y proclamar el Santísimo Nombre de Jesús con reverencia y amor.
2. Predicación con el ejemplo:
Su vida demuestra que la palabra predicada debe ir acompañada de una vida coherente y santa.
3. Humildad en el servicio:
A pesar de su fama y de las ofertas de altos cargos eclesiásticos, eligió la humildad y la sencillez franciscana.
4. Reforma desde el interior:
Su trabajo en la renovación de la Orden Franciscana muestra que la verdadera reforma comienza con la conversión personal y comunitaria.
5. Combate al pecado con caridad:
Enfrentó los males de su tiempo no con condena, sino con amor y deseo de conversión para todos.
“San Bernardino de Siena nos enseña que el Nombre de Jesús tiene poder para sanar corazones, purificar almas y transformar el mundo: que sea siempre nuestro refugio, nuestra fuerza y nuestro camino seguro hacia la santidad.”