Beato Alfredo el Grande: Rey que gobernó con la Cruz en el Corazón

Historia

El Beato Alfredo el Grande nació en el año 849 en Wantage, Inglaterra, en una familia real profundamente cristiana. Desde pequeño fue dotado de una inteligencia viva y una inclinación especial por el estudio y la virtud. Su madrastra, la reina Judith, despertó en él el amor por la lectura cuando le prometió un hermoso libro al primero que aprendiera a leer. Aquel gesto encendió en su alma una pasión por el saber que lo acompañaría toda su vida, convirtiéndose en el monarca más sabio y piadoso de su tiempo.

A los 22 años, tras la muerte de su hermano Etelredo, Alfredo ascendió al trono de Inglaterra en medio de una feroz guerra contra los invasores daneses. No se acobardó. Con fe en Dios, valentía y prudencia, organizó la defensa del reino, liderando personalmente las batallas y sosteniendo la moral de su pueblo. En los momentos más oscuros, se retiró a orar y confiar en la Providencia, recordando que “Dios puede alimentar con medio pan a quienes confían en Él”.

Su victoria sobre los daneses no fue solo militar, sino espiritual: perdonó a sus enemigos y convirtió a su líder, Gutrún, al cristianismo, siendo él mismo su padrino de bautismo. Así conquistó no solo tierras, sino almas para Dios. Fue un gobernante de corazón misionero, convencido de que “la verdadera grandeza de un rey se mide por su justicia y su piedad”.

Durante su reinado, Alfredo estableció leyes basadas en los Diez Mandamientos, colocando la ley divina como fundamento del orden civil. Reformó la administración, fortaleció la justicia, organizó la defensa del reino y, sobre todo, trabajó por restaurar la fe y la educación cristiana en su pueblo. Trajo maestros, reconstruyó monasterios y fundó escuelas, porque sabía que “un pueblo ignorante de Dios no puede ser libre”.

El rey sabio no se contentó con gobernar: fue también escritor y traductor. Tradujo la Historia Eclesiástica de Beda, los Diálogos de San Gregorio y otras obras espirituales al idioma sajón, para que todos pudieran conocer a Cristo. Vivía como un monje en el trono: rezaba las Horas Canónicas cada día, asistía al Oficio Divino con los monjes y llevaba siempre consigo un salterio para meditar la Palabra de Dios.

En su vida doméstica fue ejemplo de esposo y padre cristiano. Su esposa y sus hijas abrazaron la vida religiosa, y él mismo fundó monasterios donde los monjes oraban continuamente por la paz del reino. Era un rey que no gobernaba para sí, sino para Dios: dividía sus ingresos en cuatro partes, destinando una a los pobres, otra a los monasterios, otra a la educación y otra a las misiones. Su generosidad llegaba incluso hasta Roma y las tierras de las Indias.

Cuando nuevos invasores amenazaron Inglaterra, Alfredo se mostró nuevamente como un héroe de fe. Desvió el curso del río Támesis para vencer al enemigo, y tras su victoria, trató a los prisioneros con misericordia, logrando que muchos de ellos abrazaran la fe cristiana. Su vida fue una continua unión entre el valor del guerrero y la humildad del santo.

Murió santamente en Winchester el 25 de octubre del año 901, con fama de santidad entre su pueblo. Los ingleses lo llamaron “el Grande”, no por sus conquistas, sino por su alma llena de Dios. Su memoria sigue viva como ejemplo de gobernante justo, padre de su pueblo y servidor fiel de Cristo Rey.

Lecciones

1. La sabiduría sin Dios no es verdadera sabiduría. Alfredo fundó su reino sobre la Ley de Dios y enseñó que la fe debe guiar toda acción política y social.

2. El poder está al servicio del bien común. Gobernó como un padre, no como un tirano, buscando siempre la conversión y la justicia.

3. La oración y el estudio son armas del alma. Su amor por el rezo y la lectura lo hicieron prudente y fuerte en la batalla.

4. La misericordia vence más que la espada. Convirtió enemigos en hermanos y construyó la paz desde la fe.

“El Beato Alfredo el Grande nos enseña que un reino se conquista con la espada de la verdad, se defiende con la oración y se sostiene con la cruz de Cristo.”

Fuentes: FSSPX, VidasSantas, Wikipedia

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