San Anastasio, San Félix y Santa Digna de Córdoba: Mártires del Evangelio

Historia

La Córdoba del siglo IX era una de las ciudades más importantes del mundo islámico. Bajo el Califato omeya de al-Ándalus, se destacaba por su riqueza, su cultura y su influencia. Pero en medio de este esplendor terrenal, los cristianos vivían como minoría marginada, amparados formalmente por un pacto de tolerancia (como “dhimmíes”), pero en la práctica, restringidos y frecuentemente humillados por leyes discriminatorias.

La Iglesia en Hispania había sobrevivido la invasión musulmana de principios del siglo VIII, pero con el paso del tiempo, la presión por la islamización social se volvió cada vez más intensa. Muchos cristianos adoptaban nombres árabes, hablaban la lengua del Corán y descuidaban la vida sacramental. A este fenómeno se le ha llamado “mozarabismo” y reflejaba, en parte, una adaptación, pero también —en algunos casos— una lenta pérdida de identidad cristiana.

Frente a esta situación, Dios suscitó un grupo de mártires que, con celo y amor por Jesucristo, se opusieron con valentía a esa tibieza espiritual, dando testimonio público de su fe a costa de la vida. Entre los años 850 y 859, más de cuarenta cristianos fueron ejecutados en Córdoba por proclamar que Cristo es el único Señor y Salvador, negándose a renunciar a su fe o a guardar silencio ante la injusticia.

Estos fieles, entre ellos sacerdotes, monjes, vírgenes consagradas y laicos, fueron guiados espiritualmente por el gran abad San Eulogio de Córdoba, quien más tarde también moriría mártir. Ellos buscaron vivir con coherencia lo que enseñaban: que “es mejor obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5,29).

Los Mártires de Córdoba nos legaron un testimonio vivo del Evangelio vivido en su forma más pura y radical: el martirio. Su sangre derramada fue semilla de renovación espiritual para la Iglesia en España y signo visible de la victoria del amor de Cristo sobre todo poder terrenal.

San Anastasio, presbítero y voz valiente de la fe

San Anastasio fue presbítero y sacerdote en Córdoba, formado inicialmente en el monasterio de San Acisclo. Después de años como diácono y monje, regresó a la vida clerical y, pocos días tras el martirio de San Fandila, se presentó ante los jueces musulmanes para defender públicamente la Trinidad. Sin titubear, confesó su fe en Cristo, lo cual lo llevó a ser decapitado en el acto el 14 de junio de 853, y su cuerpo fue exhibido junto al río Guadalquivir como advertencia.

San Félix, monje mozárabe de fe incansable

San Félix, originario de Getulia (África del Norte), se convirtió en cristiano en Asturias y asumió el hábito benedictino. Vivía en el monasterio de Tábanos, cerca de Córdoba. Al mismo tiempo que San Anastasio, él también fue arrebatado por su fe y degollado el 14 de junio de 853. Su martirio fue un acto valiente que refleja cómo el discipulado trasciende nacionalidades y se une como comunidad en Cristo.

Santa Digna, la joven religiosa de gran humildad y audacia

Santa Digna era una joven virgen consagrada en el mismo monasterio de Tábanos. Proclamaba con humildad que prefería llamarse “Indigna”, expresión de su fidelidad a la verdad de su nombre y de su vida . Tras presenciar los martirios, se atrevió a interpelar al juez: “¿Se nos mata por adorar a la Trinidad?”, reprochando la injusticia cometida. Este valeroso gesto resultó en que fue degollada de inmediato, y su cuerpo también fue exhibido junto al río.

Lecciones

1.La valentía de confesar la Trinidad:

San Anastasio nos enseña que anunciar la fe con valentía, incluso ante el poder contrario, es testimonio de santidad.

2.La comunión no entiende fronteras:

San Félix, hombre de África convertido en monje en España, demuestra que la Iglesia es universal, y el martirio, un acto de unidad.

3. La humildad como fuerza invencible:

Santa Digna, desde su bajo perfil, se alza para defender a sus hermanos con una fe valiente y entregada.

4. El martirio es don de amor extremo:

Dar la vida por Cristo es el supremo testimonio del amor que los sacerdotes y laicos estamos llamados a imitar.

5. El legado de la sangre: una llamada para hoy:

Sus actos no son solo historia antigua: es ejemplo vivo para quienes hoy viven en contextos difíciles o temerosos de profesar públicamente la fe.

“Que San Anastasio, San Félix y Santa Digna nos enseñen que la santidad nace cuando sin temor, nos atrevemos a proclamar a Cristo ante el mundo, aunque nos cueste la vida. Porque quien da la vida por el Señor, la gana para siempre.”

Fuentes: CalendariodeSantos, Vida Santas, Santopedia, Wikipedia, ACI Prensa, EWTN

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