San Antonio de Padua: Predicador, místico y guía para ser santos

Historia

San Antonio de Padua, también conocido como San Antonio de Lisboa, nació como Fernando de Bulhões el 15 de agosto de 1195 en Lisboa, en una familia noble descendiente del cruzado Godofredo de Bouillon . Desde joven fue educado en la escuela catedralicia local y a los 15 años ingresó en los canónigos regulares de San Agustín, donde combinó estudios bíblicos y clásicos, pero su corazón anhelaba algo más profundo.

En 1220, movido por el ejemplo de los mártires franciscanos en Marruecos, cambió su hábito por el franciscano, adoptando el nombre Antonio, en honor a San Antonio el Grande. Al año siguiente participó del célebre Capítulo de las Esteras en Asís (1221) y conoció personalmente a San Francisco de Asís, quien al reconocer su fervor y carisma, lo envió a predicar al eremitorio de Montepaolo, donde fue invitado a sustituir al predicador ausente.

El éxito de su predicación en Forlì lo lanzó a una misión por el norte de Italia y sur de Francia, combatiendo herejías con la palabra encendida del evangelio. En 1223 fue llamado a enseñar teología en Bolonia, siendo uno de los primeros franciscanos en cumplir esa función. Su memoria prodigiosa y dominio bíblico le valieron el título de “Arca del Testamento” por Gregorio IX.

Fue nombrado Ministro Provincial de Romaña y se confirmó su liderazgo espiritual en Padua. Allí escribió numerosos sermones litúrgicos llenos de riqueza bíblica, justicia social y misericordia. En marzo de 1231, después de predicar durante la Cuaresma, viajó para aliviar a presos deudas y consoló a nobles paduanos.

Vivió con penitencia, castidad y humildad. Hizo múltiples milagros en vida: curaciones, bilocaciones, predicación a peces, e incluso la resurrección de muertos, por ejemplo:

Sermones de San Antonio:

Los Sermones de San Antonio de Padua son auténticos tratados de teología espiritual, profundamente enraizados en la Sagrada Escritura y vivificados por la experiencia de la predicación. San Antonio analiza con sabiduría cada pasaje de la Biblia, explicando su sentido literal, alegórico, moral y místico. En cada sermón, el lector encuentra luz para la mente, fuego para el corazón y guía para la acción.

Muchos sermones están dirigidos a formar el corazón del pecador, ayudándolo a descubrir sus heridas y llevarlas a Cristo. San Antonio insiste en la contrición del corazón, la confesión de los labios y las obras de satisfacción. Los sacerdotes hallarán aquí un modelo para el acompañamiento espiritual, y los laicos, un espejo donde verse y purificarse. La finalidad es clara: convertirse, confesar con verdad y vivir como santos.

Una parte esencial de estos sermones está dirigida a los predicadores y sacerdotes. San Antonio ofrece consejos sobre cómo enseñar, cómo evitar errores, cómo predicar con caridad y con autoridad. El sacerdote que los lee encontrará una escuela de predicación, basada en la profundidad de la Palabra de Dios vivida en oración, estudio y penitencia. Predicar como San Antonio es predicar para salvar almas.

En cada sermón ofrece ejemplos tomados de la vida real, busca tocar el alma y moverla al amor de Dios y al rechazo del pecado. Por eso, el laico que los lee encontrará en ellos respuesta a sus luchas, inspiración para su oración y motivación para seguir luchando por la santidad. Los Sermones de San Antonio no envejecen, porque la Palabra de Dios nunca pasa. San Antonio es un faro que nos guía hacia Cristo.

En junio de 1231, debilitado por enfermedades, se retiró a Camposampiero y luego fue llevado a Padua. Murió el 13 de junio, en una celda del hospicio de las Clarisas, cantando el “O gloriosa Domina” y proclamando “Video Dominum meum”.

Su canonización fue una de las más rápidas: el 30 de mayo de 1232, bajo el papa Gregorio IX, menos de un año después de su muerte. Sus restos reposan en la Basílica de Padua, donde su lengua se mantuvo intacta señalando su ministerio de la palabra .

Fue declarado Doctor de la Iglesia en 1946 por Pío XII, con el título de Doctor Evangélico, por su equilibrio entre sabiduría teológica y fervor apostólico.

Lecciones

1.El deseo de santidad es más fuerte:

Desde joven, San Antonio anhelaba algo más profundo que el estudio y la comodidad del claustro agustiniano. A pesar de tener formación brillante y estar bien posicionado, dejó todo por Cristo cuando vio el ejemplo de los mártires franciscanos. Nos enseña que el amor auténtico a Dios exige dejar lo bueno por lo mejor, y que la santidad comienza cuando se renuncia a la mediocridad espiritual.

2.El predicador debe ser primero un penitente:

San Antonio no fue simplemente un gran orador, sino un hombre de vida penitente, pura y humilde. En sus sermones insiste que el predicador debe ser el primero en confesar, hacer penitencia y vivir lo que predica. Solo así tiene autoridad moral para tocar los corazones.

3. La Eucaristía es el centro del alma santa:

En su sermón eucarístico, San Antonio proclama con claridad que el pan consagrado es verdaderamente el Cuerpo de Cristo, y que quien comulga en pecado mortal se condena a sí mismo. La reverencia, la preparación y el amor a la Eucaristía son signos claros del alma santa.

4. La Virgen María es maestra de santidad para sacerdotes y laicos:

En sus sermones marianos, San Antonio llama a la Virgen “luz entre las nubes” y “rocío del cielo”. Ella es modelo de cómo escuchar la Palabra, concebirla en el corazón y darla a luz en obras de santidad. El alma que quiere ser santa necesita a María como guía segura.

“San Antonio de Padua, luz de los predicadores, fuego del arrepentimiento y martillo de los pecados, enséñanos a vivir predicando con la vida, amando la Eucaristía y buscando solo a Cristo.”

Fuentes: CalendariodeSantos, Vida Santas, Santopedia, Wikipedia, ACI Prensa, EWTN, VidadeSanAntonio, SanAntonio

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