San Camilo de Lelis: El apóstol de los enfermos, hizo del dolor un camino de santidad

Historia

San Camilo nació el 25 de mayo de 1550 en Bucchianico, Abruzos. Hijo de un padre militar y huérfano joven de madre y luego de or padre, siguió su ejemplo enrolándose en el ejército veneciano. Sin embargo, pronto cayó en el grave vicio del juego, que devoró su herencia y su honor, hasta quedar mendigo y sin futuro claro. San Camilo era colérico, impulsivo, testarudo y dominado por el juego y el orgullo. Su santidad no fue el resultado de un carácter fácil, sino de una guerra diaria contra sí mismo.

Una llaga crónica en el pie derecho lo llevó al Hospital de los Incurables en Roma en 1571. Allí, aunque despedido por su temperamento y su adicción al juego, empezó a comprender el valor real del servicio: ver a Cristo en el sufrimiento ajeno.

Conmovido por una charla franciscana y tras ofrecerse como obrero y mensajero en un convento capuchino, Camilo experimentó un quiebre interior. A los 25 años se entregó a Dios, llorando por sus pecados, aunque las llagas -viejas aliadas de su padecer físico- lo apartaron de la vida conventual.

Regresó como enfermero al Hospital de Santiago en Roma, donde su servicio honesto lo llevó a liderar la asistencia hospitalaria. Con la guía espiritual de San Felipe Neri, estudió en el Colegio Romano y fue ordenado sacerdote en la Basílica de San Juan de Letrán el 26 de mayo de 1584.

Impactado por el abandono de los enfermos, en 1582 fundó junto a otros clérigos la Congregación de los Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos, con manifiesta inspiración cristocéntrica: “servir con el mismo amor que una madre a su único hijo enfermo”. Fue precursor de la enfermería moderna.

San Camilo celebraba misa con profunda devoción. A veces lloraba en la consagración. Pasaba largas horas ante el Santísimo, y recomendaba a sus hermanos que confesaran con frecuencia y cuidaran su alma más que su cuerpo. San Camilo y sus hermanos sirvieron en hospitales, cárceles y campos de batalla, incluso en epidemias y en barcos con enfermos infectados. Varios murieron asistiendo, convirtiéndose en mártires de su propia orden.

Pese a las llagas que lo acompañaron por 46 años, alegres náuseas y la vejez, Camilo entregó su vida hasta morir el 14 de julio de 1614. Fue canonizado en 1746 y declarado patrón de los enfermos, hospitales y sanidad por León XIII y Pío X.

Lecciones

1. La santidad exige conversión constante:

Su santidad no fue el resultado de un carácter fácil, sino de una guerra diaria contra sí mismo. San Camilo era colérico, impulsivo y esclavo del juego. Dios hace santos a los que se dejan transformar.

2. El sufrimiento es puerta de gracia:

Lo que parecía una maldición física (su llaga en el pie derecho) se convirtió en el inicio de su redención. En el dolor físico y la humillación social, Camilo descubrió su vocación.

3. La transformación del corazón nace en el servicio al prójimo:

Cuando Camilo dejó de mirar su herida y empezó a mirar las heridas de los demás, su vida cambió. Así se forjan los santos.

4. La vida espiritual necesita dirección:

Camilo no caminó solo. Tuvo dirección espiritual de un Santo Sacerdote (San Felipe Neri).

“San Camilo de Lelis cayó por el juego, pero se levantó por la gracia y se santificó sirviendo a Cristo en los enfermos.”

Fuentes: CalendariodeSantos, Vida Santas, Santopedia, Wikipedia, ACI Prensa, EWTN, Vaticannews

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