
Historia
San Mateo, también llamado Leví, fue uno de los doce apóstoles escogidos por Jesucristo. Hijo de Alfeo y originario de Galilea, trabajaba como recaudador de impuestos en Cafarnaúm, oficio mal visto entre los judíos por su cercanía al dominio romano. Era considerado un pecador público, un “publicano”, pero el Señor lo miró con amor y lo llamó: “Sígueme” (Mt 9,9). Mateo, sin vacilar, lo dejó todo y siguió a Cristo, mostrando la prontitud con la que debemos responder al llamado divino
La vocación de Mateo fue escandalosa para fariseos y escribas. ¿Cómo podía Jesús escoger a un publicano, considerado traidor y pecador, para ser su discípulo? Pero el mismo Señor respondió con palabras que siguen resonando: “No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos… No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Mt 9,12-13). Con esto, Jesús mostró que nadie está excluido de su misericordia
Convertido en apóstol, Mateo acogió a Jesús en su casa con un banquete, reuniendo a otros publicanos y pecadores. Ese gesto manifiesta que cuando Cristo entra en un corazón, quiere alcanzar a muchos más a través de él. Mateo pasó de recaudar tributos para Roma a anunciar la Buena Nueva del Reino
San Mateo fue también el primer evangelista, pues su Evangelio, escrito originalmente en arameo para los judíos convertidos, narra la vida y enseñanzas de Cristo mostrando cómo en Él se cumplen las profecías del Antiguo Testamento. Cada página de su obra proclama: Jesús es el Mesías esperado, Dios hecho hombre
El Evangelio según San Mateo conserva los grandes discursos de Jesús, entre ellos el Sermón de la Montaña con las Bienaventuranzas, el corazón de la vida cristiana. A través de su pluma inspirada, la Iglesia recibió la certeza de que Cristo es el cumplimiento de la Ley y los Profetas, y que el camino de la santidad pasa por vivir en fidelidad y misericordia
Sobre su apostolado, las tradiciones varían: algunos afirman que evangelizó Etiopía, otros Persia o Macedonia. Lo cierto es que anunció con celo el Evangelio hasta su muerte. La Iglesia lo honra como mártir, pues según antiguas tradiciones fue asesinado mientras celebraba la Santa Misa, mostrando que su vida terminó en el altar del sacrificio
En el siglo X sus reliquias fueron trasladadas a Salerno, Italia, donde todavía son veneradas. Allí, durante una persecución, fueron redescubiertas en el año 1080 y desde entonces han sido custodiadas con gran devoción. Su figura nos recuerda que la gracia transforma lo despreciable en instrumento glorioso de Dios
San Mateo nos enseña que ningún pasado es obstáculo para la santidad. Él, considerado un pecador público, fue elevado por Cristo a la dignidad de apóstol y evangelista. En su vida resuena con fuerza la misericordia divina que toma lo pequeño y lo hace grande, lo indigno y lo vuelve elegido
Lecciones
1. Responder con prontitud al llamado de Dios: Mateo dejó todo de inmediato; así debemos nosotros obedecer a Cristo sin demora cuando nos llama a la conversión.
2. No hay pecador excluido de la gracia: si Mateo, un publicano despreciado, fue apóstol, también nosotros podemos ser transformados por la misericordia de Jesús.
3. Hacer de nuestra vida un Evangelio vivo: como Mateo escribió el Evangelio, nuestra vida debe ser testimonio claro de Cristo para los demás.
4. Unir nuestra vida al altar: Mateo murió celebrando la Eucaristía; el cristiano debe vivir cada día como ofrenda unida al sacrificio de Jesús.
“San Mateo su vida proclama que la misericordia de Cristo puede transformar al pecador en apóstol y al indigno en santo.”