San Materno: Discípulo de San Pedro y primer obispo de Tréveris

Historia

San Materno es venerado como uno de los primeros evangelizadores de la Galia y Germania, en los albores del cristianismo. Según la tradición más antigua, fue discípulo directo de San Pedro, quien lo envió junto a San Eucario y San Valerio a llevar la luz del Evangelio a aquellas tierras dominadas por la idolatría y el paganismo

La misión no estuvo exenta de pruebas. En Alsacia, Materno cayó enfermo y murió siendo aún joven. Pero Dios, que había confiado a este misionero la tarea de conquistar almas, no permitió que la obra quedara incompleta. San Pedro, informado por Eucario y Valerio, les entregó su propio báculo pastoral y les mandó colocarlo sobre el sepulcro diciendo: “Materno, el apóstol Pedro te ordena, en nombre de Jesucristo, que vuelvas a la vida y termines tu misión”. Ante el asombro de todos, Materno resucitó después de cuarenta días sepultado

Este prodigio causó la conversión de muchos paganos, que vieron en el hecho una prueba irrefutable de la fuerza de Cristo resucitado. Desde entonces, el báculo de San Pedro fue custodiado como reliquia preciosa en Tréveris y Colonia, y la memoria de este milagro permaneció viva durante siglos

Ya restablecido, Materno continuó su misión junto a sus compañeros. Fundaron comunidades en Alsacia, Tréveris y otras ciudades, levantando oratorios y ganando a los pueblos para Cristo con la predicación y los milagros. San Materno fue elegido obispo de Tréveris, extendiendo su acción pastoral a Colonia y Tóngres, ciudades que se convirtieron en centros de irradiación de la fe

El celo de San Materno era incansable. Para entrar en Colonia, tuvo que esperar diecisiete días a las puertas de la ciudad, hasta poder franquearlas sin ceder a los sacrificios idolátricos. Una vez dentro, comenzó una labor apostólica que dio frutos abundantes, al punto de que todavía hoy, en recuerdo de aquella espera, en Colonia se rezan oraciones solemnes durante diecisiete días, desde el 13 de septiembre hasta la fiesta de San Miguel

Además de organizar las primeras comunidades, San Materno fue un obispo humilde y cercano al pueblo. Se distinguió por su mansedumbre, por la atención a los pobres y afligidos, y por su vida de penitencia y oración. El Señor le concedió gracias extraordinarias, entre ellas la bilocación, celebrando la Pascua en Tréveris, Tóngres y Colonia en un mismo día

Tras cuarenta años de fructífero episcopado, San Materno tuvo una visión de San Eucario y San Valerio que le anunciaban su pronta entrada al cielo y la corona eterna que le esperaba. Murió casi centenario, rodeado de sus discípulos, después de recibir el Viático. Sus reliquias fueron disputadas por Tréveris, Colonia y Tóngres, pero finalmente la Providencia dispuso que descansaran en Tréveris, junto a las de sus compañeros

San Materno fue verdadero padre de la fe para las regiones de la Galia Bélgica y Germania. Su memoria, unida a la de los primeros evangelizadores, nos recuerda que la Iglesia se funda sobre la sangre de los mártires y el celo de los apóstoles, y que cada cristiano está llamado a prolongar esa misma misión en su tiempo.

Lecciones

1. La misión nace de la obediencia: como discípulo de San Pedro, nos enseña que todo apostolado fructifica en comunión con la Iglesia.

2. La fe vence la muerte: su resurrección milagrosa muestra que Cristo es dueño de la vida y confirma la fuerza de la predicación cristiana.

3. Paciencia apostólica: su espera en Colonia durante 17 días nos anima a perseverar en la fe sin ceder a la idolatría del mundo.

4. Humildad y cercanía: siendo obispo, no dejó de vivir como un servidor, cuidando a pobres y afligidos, con mansedumbre y caridad.

“San Materno: obispo humilde y apóstol incansable, nos recuerda que la victoria cristiana se alcanza cuando perseveramos en la fe, obedecemos a la Iglesia y trabajamos por la salvación de las almas.”

Fuentes: FSSPX, VidasSantas, Wikipedia

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