Santa Margarita María Alacoque: Esposa del Corazón de Jesús que encendió el Mundo en Amor

Historia

Santa Margarita María Alacoque nació en 1647, en Lautecourt, Francia, en una familia profundamente cristiana. Desde niña mostró una pureza singular y un amor ardiente a Jesús y a la Virgen María. Apenas comprendía el lenguaje, ya repetía: “Dios mío, os consagro mi pureza y os hago voto de perpetua castidad”. Su vida entera sería la respuesta fiel a ese voto de amor.

Huérfana de padre a los ocho años, fue internada con las Clarisas, donde recibió su Primera Comunión a los nueve. A partir de ese momento, su corazón cambió por completo: ya no halló gusto en los juegos ni en las diversiones, sino solo en la oración y el silencio ante el Santísimo. Pero pronto conoció el sufrimiento: una enfermedad la dejó paralizada durante cuatro años. En su lecho de dolor prometió a la Virgen que sería su hija si recobraba la salud… y la Virgen la sanó.

Sin embargo, tras su curación, el demonio intentó desviarla del camino de su promesa, y la Providencia permitió que sufriera persecuciones familiares humillantes. Vivió como una sierva en su propia casa, incomprendida, calumniada y privada de alimento, pero todo lo ofrecía con amor, descubriendo —como más tarde escribiría— “la felicidad que puede traer el sufrimiento unido a Jesús”.

A los diecinueve años, deseaba ingresar en religión. Su madre le propuso matrimonio, pero su alma ardía por Dios. En sueños y visiones interiores, el Señor le mostraba la belleza de la pobreza, la castidad y la obediencia, invitándola a seguirle. Finalmente, en 1671 ingresó en el convento de la Visitación de Paray-le-Monial. Apenas traspasó la puerta, exclamó: “Este es el lugar donde Dios me quiere”.

En el claustro abrazó una vida de penitencia, oración y humildad. Pasaba horas enteras ante el Santísimo Sacramento, inmóvil, contemplando al Amado. Allí, el Señor comenzó a revelarle el misterio de su Sagrado Corazón: un Corazón “tan inflamado de amor por los hombres que no pudiendo contener en sí las llamas de su ardiente caridad, desea repartirlas por medio tuyo”, le dijo Jesús.

Entre 1673 y 1675 tuvo las grandes revelaciones del Sagrado Corazón, donde Cristo le pidió que se celebrara una fiesta en honor de su Corazón, en reparación por las ofensas cometidas contra Él, especialmente en la Eucaristía. También le prometió abundantes bendiciones a quienes practicaran los Primeros Viernes de mes. Su confesor, San Claudio de la Colombière, fue su guía y apoyo en esta misión divina.

El resto de su vida fue una continua inmolación: humillada, incomprendida y enferma, siguió amando sin medida. Murió el 17 de octubre de 1690, pronunciando el Nombre de Jesús. Su cuerpo fue hallado incorrupto, y su mensaje transformó la espiritualidad de la Iglesia. Fue canonizada en 1920 por el Papa Benedicto XV.

Lecciones

1. La pureza y la reparación nacen del amor. Su vida enseña que la santidad comienza ofreciendo el corazón sin reservas a Dios, especialmente en la pureza del alma y en la reparación de los pecados del mundo.

2. El sufrimiento es camino de unión con Cristo. Sus dolores físicos y morales fueron el altar donde aprendió a amar. Cada lágrima fue una flor ofrecida al Corazón de Jesús.

3. El Corazón de Jesús es el refugio de los sacerdotes y los laicos. Allí debemos buscar consuelo, fortaleza y gracia para perseverar en la fidelidad al Evangelio.

4. La devoción al Sagrado Corazón transforma el mundo. Su mensaje nos invita a reparar las ofensas a Jesús, amar la Eucaristía y vivir en reparación constante, especialmente los primeros viernes de cada mes.

“Santa Margarita María Alacoque nos enseña que el amor reparador al Corazón de Jesús es la llave de la santidad y el consuelo de las almas fieles.”

Fuentes: FSSPX, VidasSantas, Wikipedia

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