
San Mateo 7, 15-20
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestido de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, toda buena planta da buenos frutos, pero la planta mala da frutos malos. No puede la buena dar malos frutos, ni la mala dar buenos frutos. Toda planta que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego.
Así que por sus frutos los conoceréis.”
Mensaje
Este Evangelio es una advertencia misericordiosa pero firme. Jesús nos invita a abrir los ojos, a no vivir dormidos espiritualmente, a discernir entre la verdad y el engaño. Hoy, como ayer, hay falsos profetas que se presentan con palabras dulces, gestos amables, discursos de “amor” que suavizan el pecado… pero sus frutos son división, confusión y muerte espiritual.
Sí, también dentro de la Iglesia se pueden levantar voces que no vienen de Dios. Sacerdotes tibios, que no predican el Evangelio completo, que evitan hablar del pecado, del infierno, de la confesión y de la cruz. Esos también son “vestidos de oveja”, pero su silencio mata el alma. Un sacerdote que no busca la santidad ni ayuda a otros a alcanzarla, puede ser ocasión de escándalo. Recemos por ellos, sí, pero no sigamos sus caminos ni sus consejos si no están en fidelidad con el Magisterio de la Iglesia.
Además, las sectas protestantes, aunque muchas veces bien intencionadas, son caminos peligrosos fuera de la Iglesia fundada por Cristo. Pueden citar la Biblia, cantar alabanzas, pero no tienen la Eucaristía, ni el Sacramento del Perdón, ni la autoridad que Cristo confió a Pedro y sus sucesores. Muchos católicos mal formados, por ignorancia o comodidad, se van tras ellos como ovejas sin pastor. Pero un fruto separado del árbol se seca.
Y no olvidemos a los católicos tibios, que dicen creer, pero no rezan, no se confiesan, no asisten a misa, y viven como si Dios no existiera. La tibieza es uno de los frutos más peligrosos, porque parece fe, pero está podrida por dentro. El Señor vomita a los tibios (Ap 3,16).
Este Evangelio nos llama a todos a revisar nuestro propio árbol:
¿Qué frutos estoy dando?
¿Mis hijos ven en mí un testimonio de fe viva, alegre, coherente, o solo palabras vacías?
¿Estoy formando mi conciencia según la verdad, o repitiendo lo que el mundo dice?
¿Estoy siendo alimento espiritual para mi familia o causa de tropiezo?
La salvación no se juega en un día, pero cada día es una oportunidad para volver al camino verdadero: Jesucristo. Se árbol de vida para tu familia, para tu comunidad, para el mundo.
“Si no vigilas el fruto que estás dando, podrías estar alimentando a tu familia con veneno disfrazado de fe.”
Invitación para hoy
- 1. Reza por los sacerdotes santos y por los que están tibios o confundidos: Pide a Dios que no te dejes engañar ni por palabras dulces, ni por falsos consuelos.
- 2. Fortalece tu fidelidad a la Iglesia Católica: la única fundada por Cristo. No busques pastos falsos fuera de la Verdad.
- 3. Haz un acto concreto de fe hoy en tu hogar: ora con tu familia, habla del Evangelio, pide perdón si has sido piedra de tropiezo.
- 4. Decide dar buen fruto, aunque el mundo te critique: El cielo es para los que aman la verdad del evangelios.
Con cariño y bendición,
El equipo de Confesión Perfecta
“El Sacramento que cambiará tu Vida y salvará tu Alma”